jueves, 9 de agosto de 2012

La Montaña Mágica

Aunque este verano no he salido de Andalucía y Extremadura, pienso que en realidad lo estoy pasando en un sanatorio de Davos, en Suiza, adonde sólo fui por tres semanas...


Der Zauberberg

En los altos dominios del espíritu,
frente a las cimas blancas de los Alpes,
el joven Hans Castorp
contempla una radiografía,
el pulmón tumefacto, los huesos de cristal,
la carne mórbida y violácea.

La noche de Walpurgis
los enfermos descorchan botellas de champán,
pero la muerte roja baila en el comedor,
pulcra mantelería, pasamanos de zinc.

Por el bosque de abetos silenciosos
los cadáveres bajan en trineo
al reino de lo vivos.

Tempestades de nieve, soledades,
el cielo es un scherzo de Anton Bruckner.
En la honda orfandad del sanatorio
Dios y el demonio pugnan por un alma.

Homo Dei, hijo  del Sol.

Como arca fondeada a un mundo antiguo
a punto de ceder y despeñarse,
como un astro remoto que gravita
en torno de una estrella sin fulgor,
rodeada de valles y de lagos
se levanta la Mágica Montaña,
agujero del tiempo al que los vientos traen
elegías de Rilke con las nubes.

Las trincheras aguardan el deshielo,
se mezclan en el barro la sangre y el espíritu,
el gas mostaza encharca los pulmones de Europa,
el viejo Hans Castorp desciende
con la digna golilla de los héroes.

En el disparo azul de la metralla
brillan los ojos tártaros de Claudia Chauchat.


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