domingo, 15 de febrero de 2015

Canción triste de Hill Street

Érase
            una ciudad de provincias
gremial y mesetaria,
de toda la vida.

Monumental a cachos,
un sí es no es levítica,
con dos cines y medio
y un aire a Rumanía.

Las tardes de domingo
-transistores y misa-
volvíamos a casa
por calles amarillas. 

(Gol en las Gaunas,
penalti en la Condomina). 

Luego, en la cena,
huevo y patatas fritas,
mirábamos la tele
como quien mira la vida.

-Tengan cuidado ahí fuera.

Pero fuera crujía
la gran rueda del tedio
y la monotonía.

A menudo me acuerdo
de la ciudad tranquila,
en el lejano oeste
vieja y dormida.






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