domingo, 26 de febrero de 2017

La la Land

Imaginad que os espolvorean los párpados con estrellas, casi como en el "Sueño de una noche de verano," o que alguien ilumina con luciérnagas todos los jardines de la ciudad. Este cuento de hadas, con una Titania y un Oberón en estado de gracia, no tiene más pretensiones que explotar la dulzura y la melancolía, y lo hace con una delicadeza suave enfilando sin miedo el abismo del candor. 

Con "La la Land"  la gran pantalla vuelve a ser una fábrica de sueños, ese Cinema Paradiso y su guirnalda americana de besos imposibles, pero indelebles, grabados en la retina plateada de los recuerdos. Ya la vida real  se encargará por sí misma de echarnos de la sala.

Existe el eros griego, existe el ágape católico como existe la pasión endemoniada, pero lo primero que existe es el amor adolescente al amor mismo, y ese sentimiento romántico y almibarado unido al desengaño de las vocaciones fantásticas, que tantas veces van de la mano, consigue destilarlo "La la land".

En devolvernos a la edad de la inocencia, pero ¡ay! sin dejarnos allí reside la magia de esta película. 





NOTA: Arrasará esta noche en los Óscar, ojalá se los lleve todos e incluso alguno más. Sobre la bondad o naturaleza de estos premios poco hay que decir, salvo que su fidelidad al Star System los hace más fiables que el Nobel de Literatura.

¡That`s entertainment! 


2 comentarios:

planseldon dijo...

Pues ya eres el segundo amigo que me la recomienda... habrá que verla.

José María JURADO dijo...

Creo que te gustará, pero nada más peligroso que ir con expectativas al cine. ¡Es muy mala! ¡Es muy mala! :-)

 
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