viernes, 26 de noviembre de 2021

Vacuna católica


A veces nos asombra el cariz que toman las revueltas en países nórdicos a los que consideramos si no menos bárbaros al menos más urbanos.

Aparte de que es cuestión por demostrar, e incluso por definir (la mejor urbanidad, me digo), lo que es cierto es que en todos los índices de criminalidad y violencia España figura muy por debajo de los países sistémicos, es decir los de toda la vida (los alemania, reino unido, etc.)
También estamos muy por delante en donaciones de órganos, vacunación y ayudas a los más desfavorecidos.
Yo creo que esto tiene una razón:
España, liberada de las rupturas religiosas que enconaron a los países brumosos, separando a las familias; no sometida, hasta el siglo XX, a la división ideológica que asoló a Francia desde su primera revolución; indivisa, a diferencia de las disgregadísimas Alemania o Italia y su centenar de microestados; España ha vivido -históricamente- la más extensa experiencia de uniformidad religiosa, política y moral, cuyo fundamento no ha sido la patria sino la religión.
El catolicismo -no solo religioso- sino social, generaba vínculos entre las personas y acortaba las distancias entre los poderosos (entre un jornalero y un señorito hay infinitamente menos distancia que entre un cargador de carbón de un barrio industrial y un lord) conformando una sociedad de valores que solo cuando termine de disgregarse -genéticamente- la madeja infinita de españoles que somos herederos de esa cosmología, terminará de colapsar.
Esto, por no hablar del concepto católico de familia extendida que otras naciones ignoran.
Y así, todo lo que nos venden como virtud española, incluida la vacunación, y la escasa virulencia de las disidencias frente a otros países, tiene aún su origen en el catolicismo.
Y no, el libertarismo anglosajón o su barbarie, no es fruto de la liberta de pensamiento, sino de la falta de educación moral que en España la sociedad siempre proveyó.
Ellos tienen la violencia de siglos, nosotros aún, la docilidad cristiana.
Ya si eso espero en comentarios a quienes aticen las maldades católicas desde la imposición tridentina a la -por cierto casis inexistente en España pederastia clerical y gimnástica-, porque yo no estoy hablando de religión, sino de sociedad. Constato un hecho.
Es decir que podríamos discutir si esta filantropía española es marca España o no, pero por más que se haya empeñado Walt Disney en educar con sus relativistas películas los cerebros infantiles, sigue habiendo enormes diferencias morales entre el norte y el sur, siempre a favor del sur, de los pobres, digo.



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