lunes, 14 de marzo de 2022

Estar en las nubes


Galopamos hacia un modelo económico y social en la nube.
De la misma forma que hemos delegado toda nuestra actividad cultural a los operadores de la red, habiéndonos desprendido de los innecesarios CDs y DVDs, paulatinamente nos iremos desprendiendo de todo lo tangible.
Seremos pobres, más pobres que nunca, pero con acceso a un universo infinito y CONTROLADO (este es el quiz de la cuestión) de recursos.
Toda la riqueza será social o estará socializada, como pasa ya con las redes o youtube.
Y lo mismo que puedes descargarte un archivo de música te “será permitido” descargar un código que te dé acceso a un viaje, cuando no a la comida, que ya puede ser racionalizada desde Amazon.
Lo que tienes en la nube, ahora, y lo que tendrás, no es tuyo, porque las nubes se volatilizan como el gas ruso.
Quien maneje los hilos de tu conexión controlará -lo está haciendo ya- tu vida, tu pensamiento y tu conciencia.
Las bibliotecas, las Iglesias, los museos, los campos cultivados y todas las reservas estratégicas (de la ganadería al pescado) son los baluartes de la civilización. Lo único que puede ofrecer resistencia a la dilución de la nube.-
Siguiendo con el símil energético (pero de punto gordo eso sí) las bibliotecas serían las centrales nucleares que ha perdido Europa para autoabastecerse o, mejor, las reservas de oro.
Pensad esto bien, no es ya solo que el dinero no exista -hace mucho que dejó de existir- sino que avanza un modelo de moneda digital, cuyo prefijo cripto no debería ocultar el hecho de que lo que uno “tiene” está ahí a la vista de todos, dispuesto a la socialización y la devaluación.
La pandemia ha acelerado el proceso de maduración tecnológica y ahora con la guerra y la crisis económica se avanzará lo que resta en el modelo moral.
Lo que llamamos sucesos ya no lo son tal, son experiencias colectivas, viralizaciones, memes de la experiencia que terminan por apartar la vida real, la economía real del pensamiento.
La acción más radical y liberal que hoy puede acometerse es apagar el adminículo que en breve será nuestra única posesión física -eso sí, cedida por el estado o la mega empresa, que son lo mismo- el teléfono hiperconectado.
Es verdad que con un botonazo se puede acabar el mundo como lo conocemos, pero no es menos cierto que apagando el teléfono, se acaban la guerra y la pandemia.

Muere el miedo.
Leer, pasear o conversar, ajenos al tráfago de las redes, son hoy las formas supremas de revolución.
Quien lee o medita es ahora el escriba que iluminando pergaminos en su escriptorium salvó a la civilización cristiana y griega de las tinieblas de la edad oscura.
Y la oscuridad avanza, primero como bruma y luego como niebla.
Mañana la oscuridad estará en la nube.

JMJ, idus de marzo de 2022.

Procedencia de la imagen: LA NUBE.

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