lunes, 18 de abril de 2022

Dietario de Semana Santa 2022 (I)

Domingo de Ramos

A lo lejos, ya desde San Esteban, por toda la calle Águilas se escuchaba un murmullo creciente, un retumbar de tapias antiguas y balcones becquerianos, pero no eran tambores ni cornetas, a esa hora de la tarde no pasaba ninguna cofradía, ninguna cohorte de legiones romanas por el viejo decumano de Híspalis. Llegados a la plaza de Pilatos, donde se asienta desde hace más de cinco siglos la réplica a escala real de la jerosolimitana mansión de Claudia Prócula, atisbamos -bajo el arco y el candil que enmarcan toda felicidad en perspectiva- el origen acuático del ruido. Rugía la luz, tronaba contra los cantiles toscanos del Palacio de la casa de Medinaceli, allí la primavera rebosaba y era un Iguazú, un Niágara, una catarata Victoria, una victoria fucsia de la luz. Sobre la explosiva espuma de la buganvilla que desbordaba su cauce en rápidos de rosas, malvas y glicinias, amarrados a una canoa de incienso y cera, avanzamos a trompicones por el cañón -altos muros de alcázares y conventos- que era ahora la calle, rumbo a la ensenada de aire y árboles altos de la plaza de la Alfalfa.


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