viernes, 29 de abril de 2022

Tomás Pavón


Y aquí sigo, conmocionado y yerto, dos meses después...

La belleza del canto -del cante- de Tomás Pavón (el hermano de la Niña de los Peines para los candiles neófitos como yo) es de esta clase de prodigios o apariciones (leer a Rilke o a Borges, escuchar por primera vez Las Pasiones de Bach) que uno apenas esperaría encontrar ya en la vida...
Si aún conservara uno alguna prevención en torno al casticismo del cante esta se ha derrumbado con la escucha de estas menos de veinticinco grabaciones portentosas.
Puedo decir, poniéndome flamenco, que esta voz ha producido "eine erschütterung in meiner natur" (un shock en mi naturaleza) como dijo Goethe tras su lectura de Propercio.
He sabido luego que Lorca, lo cuenta su hermana Isabel en sus memorias, escribió "Bodas de Sangre alternando obsesivamente la escucha de un disco de "La pasión según san Mateo" de Bach y otro de Tomás Pavón.
No se trata -no incurriríamos en ese error nuevamente neófito- de reivindicar todo el mundo flamenco y sus aledaños con la fe de los conversos.
Se pasarán estas fiebres, como tantas, y seguramente permanezca el cante inaccesible y críptico para mí que no tengo la llave misteriosa.
Se trata de constatar el milagro de este canto, de este cante, cuya pureza, vibración, estremecimiento está hecho del mismo metal que el de las trompas de los coros celestiales, porque un ángel de Rilke habitaba en su garganta.



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