lunes, 10 de octubre de 2022

Asuntos de Estado


Isabel la Católica tuvo que valorar la cuestión de Granada y la empresa de Colón.

Felipe II sopesó la invasión de Inglaterra y la intervención en Lepanto.
Felipe V tuvo que cerrar la Guerra de Sucesión y asumir el poder tras abdicar en su fallecido hijo Luis.
Carlos III mientras construía la Puerta de Alcalá, velá ahí, expulsaba a los Jesuitas.
A Carlos IV por un oído le hablaba Godoy y por el otro su hijo Fernando, mientras Napoleón tomaba palomitas.
En fin, no sigo, todos estos tuvieron cuestiones estratégicas en que pensar que llenaron su tiempo y el de sus súbditos, es decir todos los españoles.
La situación en realidad no ha diferido, nosotros tenemos que dedicar la mitad del tiempo a valorar la cornada de Iñigo Onieva y la otra mitad a discutir sobre la horda rijosa de un colegio de curas y la monjil complacencia de sus tiernas barraganas.
Al lado de esto el affaire Dreyfus palidece.
Son graves asuntos de estado: de los cuernos de Tamara al entierro (con bromuro) de la sardina colegial.
La cavilación me supera y no llego a más que preguntarme si los misiles de Putin son galgos o son podencos.
Felipe II sopesó la invasión de Inglaterra y la intervención en Lepanto.
Felipe V tuvo que cerrar la Guerra de Sucesión y asumir el poder tras abdicar en su fallecido hijo Luis.
Carlos III mientras construía la Puerta de Alcalá, velá ahí, expulsaba a los Jesuitas.
A Carlos IV por un oído le hablaba Godoy y por el otro su hijo Fernando, mientras Napoleón tomaba palomitas.
En fin, no sigo, todos estos tuvieron cuestiones estratégicas en que pensar que llenaron su tiempo y el de sus súbditos, es decir todos los españoles.
La situación en realidad no ha diferido, nosotros tenemos que dedicar la mitad del tiempo a valorar la cornada de Iñigo Onieva y la otra mitad a discutir sobre la horda rijosa de un colegio de curas y la monjil complacencia de sus tiernas barraganas.
Al lado de esto el affaire Dreyfus palidece.
Son graves asuntos de estado: de los cuernos de doña Tamara al entierro (con bromuro) de la sardina colegial.
La cavilación me supera y no llego a más que preguntarme si los misiles de Putin son galgos o son podencos.





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