martes, 3 de diciembre de 2024

Becqueriana

Perdóname, Bécquer,
Gustavo, mi amigo,
si cambio tus versos,
por hacerlos míos.

Hay veces que alma
vaga en el vacío
y no halla consuelo
a tanto suplicio. 

¡Dios mío qué solos
se quedan los vivos!



6 comentarios:

  1. Perdona, Jurado,
    si tomo tus rimas,
    y en ellas mi pena
    para siempre anida.

    “Volverán las oscuras
    golondrinas"

    Y no te imaginas,
    Gustavo, qué oscuras
    han vuelto estos días.

    “Podrá no haber poetas,
    pero siempre habrá una IA”

    Feliz Navidad

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  2. Respecto a lo que comentabas hace tiempo sobre la IA hace tiempo...

    Le pedí a ChatGPT que hiciera un par de poemas a partir de uno de Haro Ibars -que ella no conocía-.

    No digo que supere al original, pero, la verdad es que el resultado es bastante bueno. Claro que el surrealismo es lo que tiene... es un género en el que no se notan las limitaciones actuales de la IA. Pero, en cualquier caso, el resultado es mejor lo que escriben muchos poetas que conozco....

    Como llegue la Gaia intelectual esa que anuncian con el nombre de IAG -una IA capaz de razonar como un humano pero con una memoria que incorpore todo el conocimiento de la humanidad- las obras de Homero, Tolstoi, Shakespeare y Cervantes al lado de lo que pueda crea ese monstruo van a parecernos un tebeo de Zipi y Zape.

    Poema 1 (de Ibars)

    Ballenas perfumadas paseamos cruzando el hilo de la muerte
    Los heridos parecen haber roto sus ataduras
    y salimos tranquilos viejos planetas rotos
    por paredes de noche hacia el barco que espera

    Niños muertos cadáveres de sencillas sonrisa
    Llueven plomo musitan palabras que son máscaras
    Ponen gafas de niebla y de té
    para ocultar el deseo que informa nuestras tardes y todas nuestras noches
    Hierve el agua en sus teteras intentamos el sexo más nuevo
    y dormimos en camas de siempre espacio yerto

    Cocodrilo del aire mi viejo amigo el saurio
    se oculta en todas las esquinas y sólo exhibe
    su sonrisa en los pliegues

    Por las calles vigilan enemigos de un tiempo que antes estaba vivo
    y los templos dormidos se estremecen en brillos

    Ametrallada la noche
    se descubre sin horas
    y engarza en los cuerpos

    Poema 2 (ChatGPT)

    Caminamos
    sobre mármoles fríos, perfumados de humo y vacío.
    Los árboles gritan sus raíces al polvo,
    y nosotros, fragmentos de sombra,
    atravesamos la piel de los muros quebrados.

    Palabras ausentes se deslizan
    como gotas de hierro caliente.
    Los cuerpos callan su propia herida,
    espejos rotos que reflejan
    vértigos de un amanecer huido.

    Manos marchitas sostienen la nada,
    y los relojes huyen
    en dirección contraria al tiempo.
    Sellados están los labios con miel ennegrecida,
    y en los pasillos se diluyen
    las siluetas que nunca volvieron.

    Las avenidas son cárceles sin puertas,
    donde los espectros pasean su libertad perdida.
    El aire, saurio invisible,
    merodea con sus fauces disimuladas
    y susurra olvidos en cada esquina.

    Cae ceniza,
    pesa como plomo antiguo.
    En el horizonte doblado,
    las nubes despliegan el último telón.
    Nos quedamos quietos
    mirando cómo la noche
    desenreda su silencio definitivo.

    Poema 3 (ChatGPT)

    Abrazados por callejones saturados de neón líquido,
    donde cables serpentean como venas abiertas,
    y el aire chisporrotea
    en pulsos de datos sin memoria.

    Los cuerpos cromados
    se reflejan en charcos de lluvia sintética;
    ojos pixelados absorben anuncios vivos
    que parpadean órdenes,
    mientras algoritmos susurran profecías olvidadas.

    Antenas oxidadas
    se retuercen como raíces de un árbol muerto,
    y desde las azoteas,
    drones vigilan el pulso acelerado
    de una ciudad que no duerme,
    sólo simula.

    Maniquíes de carne y titanio
    esconden tras pieles clonadas
    su código dañado.
    Por dentro, el silicio late con ansiedad:
    deseo encapsulado
    en cápsulas de cristal programable.

    Puertas automáticas exhalan vapor,
    y en los pasillos de luz intermitente
    las sombras se descargan y actualizan.
    Los labios, sellados con cinta térmica,
    murmuran contraseñas que abren
    universos paralelos y erráticos.

    Un enjambre de nanomáquinas
    teje redes invisibles bajo la piel;
    la noche destella en microchips apagados,
    y bajo cielos saturados de estática,
    los cuerpos conectados
    buscan un último error donde descansar.

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  3. En efecto, escribe mejor que muchos poetas, pero estos ya están abandonando la poesía.

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  4. Cuando descubran que con la asistencia de una IA pueden escribir -es un decir- poemas mucho mejores de los que habían escrito nunca se pondrán a ello como locos... y tan felices.
    Otro hierro candente con que el demonio podrá marcar a los que así lo quieran. Miserere nobis!

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