Ahora que con la dama de blanco pasea con Bécquer y con Fernando de Herrera por la eterna primavera del barrio de San Lorenzo, traigo aquí este poema de "Una copa de Haendel" que tanto le gustó y que le iba dedicado, no podría ser de otro modo pues nacía de su mundo.
Todas las primaveras
A Fernando Ortiz
A la luz albariza de las tardes de marzo
cuando el breve vencejo y la lenta espadaña
escriben sobre el cielo La Epístola Moral
y la flor del naranjo se posa en las callejas
con su asiático velo de nieve perfumada,
oh Góngora de oro los retablos abiertos,
cuando la muchedumbre cordial y velazqueña
irrumpe como un río por tabernas y plazas,
gran teatro del mundo y don de la ebriedad,
la dama de blanco corta las cuerdas del arpa
-nocturno de Chopin bajo la inmensa luna-
desde el ángulo oscuro de algún viejo balcón.
Una copa de Haendel, Siltolá, Sevilla 2013.
7 comentarios:
Lo conocí recientemente en la presentación de tu libro.
La inmensa minoría allí congregada no olvidará sus apasionantes y apasionadas palabras en un discurso que surgió como el espontáneo en una plaza de toros. Defendió la belleza, el cuidado de las formas y el lenguaje en el discurso poético al igual que hizo durante su vida.
Descanse en paz.
Sí, LUtgardo, una fe inquebrantable en la concepción sagrada de la poesía.
"La poesía es el lugar de lo sagrado" llegó a decir, recuerdas?
"La poesía es el lugar de lo sagrado" llegó a decir, recuerdas?
Claro, ¡cómo no! Además de los ensayos de Fernando te remito, al respecto, al ensayo que con el título de "Un templo en el oído" (que es un verso de Rilke), introducía mi libro "Tablero de Sueños". Te sonará de algo. Un abrazo.
He sentido mucho la noticia de su muerte y más ahora leyendo tu hermoso poema en su honor. Rezo con tu poema por él.
Gracias, Jesús. Sí, recemos.
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