Por la Quinta Avenida,
bajo espectrales arcos boreales
y vidrieras traslúcidas de hielo,
vago sin rumbo al reino de la nieve.
Me avisaron las sombras,
pero quise abrazarlas,
la calle era infinita y yo un extraño
en el país del tiempo y los espejos.
Ahora camino solo y es de noche,
a mi paso se cierran las ventanas
como pétalos blancos en silencio.
Por la Quinta Avenida
y de Medina a Olmedo.
jueves, 6 de diciembre de 2012
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