jueves, 3 de octubre de 2024

Work atfer COVID

Lo llaman teletrabajo, pero quieren decir teledespido.

Lo llaman oficinas sin papeles, pero quieren decir oficinas sin empleados.

Lo llaman mensajería instantánea, pero quieren decir cadena perpetua.

Lo llaman mandos intermedios, pero quieren decir capataces.

Lo llaman recursos, pero quieren decir esclavos.

Lo llaman liderazgo, pero quieren decir narcisismo.

Lo llaman productividad, pero quieren decir explotación.

Lo llaman sostenibilidad, pero quieren que lo sostengas tú.

Lo llaman eficiencia energética, pero quieren decir calor y frío.

Lo llaman videoconferencia, pero quieren decir monólogos.

Lo llaman inteligencia artificial, pero quieren decir sin espíritu.

Lo llaman resiliencia, pero quieren decir abnegación.

Lo llaman flexibilidad, pero quieren decir miedo.

Lo llaman taquillas, pero quieren decir nichos.

Lo llaman espacio abierto, pero quieren decir sin alma.



jueves, 26 de septiembre de 2024

Rey de rey


De las hamletianas fotografías que el hijo de Rey ha publicado del Rey de Mérida me impresiona menos la cantidad de preceptos morales y legales vulnerados en una sola escena con tan pocos elementos (el diablo escribe haikus), como su carácter genuinamente de época y sentimental y sintéticamente español.

Yo creo que son esos ladrillos vidriados del desarrollismo que crecían desde los barrios obreros, con algo menos de barniz, a los grandes chalés de la Moraleja.

Es acaso quizá la camisa a rayas del monarca, entre Jesús Gil y Verano Azul, con un si es no es de Julio Iglesias y Corte Inglés al fondo que llevaban entonces todos los hombres de España.

Quizá sea que la de más bárbara apariencia va "tocada" con ese estilo semi-farwest de peli de Fernando Esteso y Pajares con escote de saloon. Es, digamos, la parte cultural, la cosa cinematográfica ochentera.

Si nos dijeran que se trata de un anuncio de Tang, de Frigo o de Danone, ¿quién podría negarlo?

-Hijo, deja ya la cámara.
-Pero si no hay casera nos vamos.

Es muy triste comprobar, como en una cápsula del tiempo, la imagen de Hola o Lecturas amarillento que tuvo la transición, que al cabo lo fue más de costumbres que política o que quizá, como esta foto apostilla, requirió ese cambio de costumbres para que no se removiera el "polvo" de las esquinas, mientras la ETA y las autonomías iban construyendo lo suyo, o sea lo de todos.

Vista ahora, sin el glamour que hubiéramos debido suponer a esa vida de reyes, la imagen es tan triste y casposa como los cachitos de yerro y plomo con imágenes de "300 millones" o "Estudio Abierto".

Se echa en falta, me parece, porque la lámpara es perfecta, que en el cuadro hubiera una imagen de Naranjito.

Todo tiene el aire del padre de familia atolondrado que antes de volver a casa alquilará en el videoclub Emmanuelle -que vuelve- y Chitty-Chitty-Bang-Bang para los críos.

Radiografía triste de época, da la impresión de que a los protagonistas, desde el que iba a EGB al que sancionaba las leyes se les estuvieran calentando las mirindas en el porche, porque de esto va la foto y no de porsches o lamborghinis.

Fotomatón de las autonomías, tiene el mismo color, la misma textura, que el vídeo de la cogida de Paquirri de cuya muerte hoy se cumplen cuarenta años. Si la Pantoja, viuda vicaria de la semana, logró en los tribunales hacer prevalecer su derecho al honor, lo mismo se debería hacer con estas imágenes cuyo destino es, me temo, el de los libros de historia, al lado del tricornio de Tejero, escena a la que está metafísicamente unida.

Nuestro tiempo puchimónico y sanchista también está dejando una larga colección de monsters high que dará escalofrío contemplar el año que viene, como ya da miedo Fernando Simón, ese Frankenstein tan poco ibérico.

Y que no se sorprenda nadie: no tenía uno uso de razón y en las galas de Nochevieja ya escuchaba a los cuñados, mientras evolucionaba la danza de la vedette sin talento ni falta que le hacía, la razón que explicaba esas contrataciones junto a la empanadilla de Móstoles.

Pero entonces parecía normal porque quien más quien menos estrenaba querida, cargo, partido, piscina o diputación, y España resplandecía de orgullo y satisfacción.

viernes, 9 de agosto de 2024

Si una mañana de verano...


Leído frente al Atlántico, junto a vertiginosos acantilados de arenisca dorada y el infinito mar portugués de vino verde y azurita; o en la siesta de piscina y torrefacto café angoleño; como si nos asomáramos a las mismas olas ancestrales, las del último azul Mediterráneo y africano de Mallorca, con sus calas que descienden a la playa entre olivos y  que aquí bajan entre maizales, higueras y pitas a las mismas orillas del océano cósmico, a la paz de plata del Algarve. 

La palabra de José Carlos Llop arrulla con su voz de cien civilizaciones, como una suave marea que arrastrara objetos de un museo marino en el que todas las referencias aparecen henchidas de vida y luz.

Al leerlo vemos al sol arder sobre la vida y sentimos en el pulmón el aire de los pinos. Es como leer un texto antiguo que se abriera con novedad evangélica dando sentido al ser y al tiempo. 

En este año que he cumplido ya mis cincuenta y me siento al mismo tiempo feliz y desolado por la nostalgia, libros como este me consuelan al sentir que algo queda siempre de nuestro paso en el mundo, como las huellas de las palabras de Llop sobre la arena. 


viernes, 26 de julio de 2024

Cincuenta versos en mi cincuenta cumpleaños

"Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza."

                Luis Cernuda, “Ocnos”

 

Hoy la flecha del tiempo nos alcanza,

en la mirada guardo una centuria

(multiplico por dos) de amaneceres

y atardezco en dos siglos, tan distantes

como el hoy y el ayer.

 Del que hizo veinte,

conocimos las décadas mejores,

tras dos guerras mundiales y una fría,

tampoco era difícil superarlo.

 

Hasta llegar, al fin, a dos mil uno,

restos de nieve en el telón de acero,

tormentas del desierto y CNN,

¡qué larga se nos hizo la odisea!

 

(Y que supere Kubrik esta elipsis

de angustia y soledad, de amor y libros.

Yo nací, respetadme, con el vídeo).

 

Una tarde dorada de septiembre

vimos arder en los televisores,

-¡Torres de Dios! ¡Poetas!¡Pararrayos!-

la simétrica barra de los dólares.

 

Ya no hubo vuelta atrás, el nuevo siglo

humeaba en la aldea de McLuhan,

mientras yo paseaba con mi novia

(ni que hubiera caído la Giralda).

Mon amour, Hiroshima, nos casamos.

 

Pasaron luego dos decenios casi

de aprender a vivir y de dar vida

entre crisis bursátiles y angustia

de escribir para qué y para quiénes

y a los cuarenta se murió mi padre,

se fue cuando más falta me hacía

(yo rezo la oración de Gloria Fuertes).

  

No vimos advenir las mascarillas

ni el bullir insensato de pantallas

que absorben el cerebro y ensombrecen

la luz del candelabro de los libros.

 

Y, más o menos, desde aquí os escribo,

cincuenta años de dudas os contemplan,

Pentecostés del ser con aleluyas:

 

lo que reste vivir es de prestado,

me han marcado una “L” en el costado.

 

Debo empezar a preparar el alma,

pero no hallo el momento ni la calma.

 

Dar cuenta a Dios el día menos pesado

que al fin pueda decir he adelgazado.

 

Que aunque perdí la fe por el camino

las compuertas de Luz y del Destino

se abran para mí y cito a Eliot:

 

“¿Qué mares qué playas qué rocas grises y qué islas?

¿Qué imágenes regresan?¡Oh, hijas mías!”





jueves, 25 de julio de 2024

Tristán e Isolda - (BAYREUTH)


Y para celebrar el inicio del festival de festivales traigo aquí el enlace al coloquio que mantuve con el director de escena Állex F.  Aguilera el otoño pasado (26 de sept.) cuando el Maestranza estrenó su propia producción de "Tristán e Isolda".

Coloquio TRISTAN E ISOLDA MAESTRANZA



miércoles, 17 de julio de 2024

Memoria política del siglo XX en un tuit

Mi infancia son recuerdos de Tejero y de Suárez,

de Gutiérrez Mellado y de Verano Azul,

mi juventud, quince años de Felipe González,

y un lustro de aznarato sin carisma o glamour.

 

Yo, nací, respetadme, con el punk.

 






https://x.com/JMJurado4/status/1813472627639369889

L

A cierta edad ya debería uno saber latín, pero la realidad es que todavía "me falta calle".

Cuando se cumplen los quincuaginta se nos concede la romana "L" de una vida todavía en prácticas o, como dicen los derrotados ingleses, "L"earning.

Aprendiendo.

En griego, como en latín, el número cincuenta se construye como cinco veces diez, es decir "pentecostés".

Fue a los cincuenta días que descendió el Espíritu.

Empieza ahora, pues, el pentecostés de la vida.

¡Ele!


martes, 16 de julio de 2024

Verano de Bohemia


Redimido por el más genial de los discípulos posibles, Jorge Luis Borges, a Rafael Cansinos Assens (1882-1964) corresponde, sin duda, un lugar entre los grandes escritores de nuestra literatura.
Es ingente lo que le debemos como traductor, pero doblemente ingente lo que debemos a su tarea como memorialista.
La aparición en 1981 de "La novela de un literato" marcó un hito en el conocimiento de una época lóbrega y luminosa de la literatura oculta tras el muro de la guerra y la larga noche franquista que Cansinos se pasó en vela traduciendo a Goethe o Dostoievsky para la editorial Aguilar.
Han aparecido y seguirán apareciendo inéditos, el más reciente "Los diarios de posguerra, Madrid. 1943" que todavía no he leído y de quien Andrés Trapiello ha dicho:
"Es el autor que mejor ha contado aquellos años, aquel Madrid. La guerra la perdieron unos y la ganaron otros. Pero la posguerra, esa que nadie ha contado como la cuenta Cansinos, la perdieron todos."
Fue realmente una pena que la fundación ARCA (Fundación-Archivo Rafael Cansinos Assens) que acoge su legado al frente de la cual está su hijo Rafael Manuel Cansinos (n.1958) no llegara a tener el compromiso institucional que en su día pactó con el ayuntamiento de Sevilla. La trajo Monteisirín con campanillas para desentenderse (la cultura espectáculo de la izquierda no casa con la literatura), y luego la cerró con displicencia Zoido (cuando la derecha se asemeja a su peor caricatura).
ARCA, por cierto, y bajo su propio sello, ha empezado a editar revisada las traducciones de Shakespeare y Goethe que he tenido oportunidad de hojear, con estudios jugosísimos.
Entre los primeros inéditos que publicó ARCA figura esta interesantísima "Bohemia" de 2002. Durante más de veinte años ha dormido en la biblioteca el sueño de los justos (pero no se me olvida el interés con que me hice con ella) porque los libros guardan siempre el momento inesperado para echarse a los ojos y de ahí que la conformación de una biblioteca guarde más vínculo con la pugna entre realidad y deseo que con la práctica ejecutoria de la lectura.
En "Bohemia" encontramos desarrollada en forma de novela las anotaciones que, como diario, figuran en "La novela de un literato", sobre el año 1900.
Ha tenido que escuchar uno en alguna ocasión que "Las máscaras del héroe" (que estoy leyendo también estos días bohemios) es la novela que Cansinos solo intuyó o que no pudo escribir Umbral. A mí me parece que la hipertrófica novela, entre la escatología y la pornografía, más cerca de Bataille que de Quevedo o Valle, no aporta un verdadero conocimiento de la bohemia madrileña anterior a la guerra, sino que esta es usada como pretexto para dar rienda suelta a un mundo turbio y desasosegante que no me complace como lector.
Conocíamos en profundidad ese mundo gracias a "Luces de Bohemia", porque ese espejo deformante sí nos daba la verdad literaria, no la acrobacia estilística, aunque, Valle, como esperpento, no se ajustara tampoco a la fidelidad de los hechos.
En esta novela de Rafael Cansinos sí está esa fidelidad, sin necesidad de purgarse uno el espíritu con una colación de naftalina y matarratas mezclada con vitriolo como en "Las máscaras...", asistimos a las verdaderas tribulaciones del "artista adolescente" y su deambular del anarquismo al modernismo, hasta caer en las garras de Villaespesa.
La vida en el hogar del joven Cansinos, ese piso modesto del novecientos donde convivía con sus hermanas y sus padrinos -esto es biografía novelada-, se nos muestra plena de realidad galdosiana. Cansinos levanta la tapa de la maquinaria social de una familia corta de recursos recién mudada desde Sevilla y sometida a los avatares de una cotidianidad ramplona, con la que chocan las ilusiones todavía no perdidas del literato en ciernes.
Comparece aquí la bohemia literaria de Madrid con la eficacia de una máquina del tiempo. Así, por ejemplo, nos cruzamos con los hermanos Machado como quien se topa con alguien a la entrada o salida de un café cargado de humo y soledades.
El mundo de las redacciones de los periódicos de segunda fila, de los conciábulos y cenáculos literarios, de los lupanares a media luz, se nos muestra casi con realidad costumbrista, pero tamizados por la escritura de Cansinos, que no incurre en el egotismo desaforado de "Las Máscaras..." ni en la melancolía álgida de los nostálgicos.
Publicada además varios años después, la novela de Cansinos nos ofrece la imagen más viva y emocionante de Alejandro Sawa: ahora comprendemos porque Valle lo inmortalizó, porque era necesaria salvar esa personalidad leonina y atrabiliaria, transverberada de Hugo y de Verlaine.
Termino recordando los dos versos finales "del soneto que Borges escribiera a su maestro:
"Acompáñeme siempre su memoria;
las otras cosas las dirá la gloria."
A mí me acompañará siempre la lectura de esta "Bohemia" que me ha devuelto al Madrid postbecqueriano, zarzuelero y decadente, al que estaba a punto de llegar Juan Ramón Jiménez.
Y me parece que, pero mil ojos tiene la larga noche de la literatura, que las otras cosas las dirá -las está diciendo ya- la gloria.
¡Cómo se iba a equivocar Borges!




domingo, 14 de julio de 2024

La rotonda fantástica

No provoqué yo el atasco en la rotonda, al menos no premeditadamente. 

La culpa fue otra vez de Google Maps: "en la rotonda toma la salida en dirección sureste", pero la brújula que llevo mano para estos casos se había desmagnetizado al lado del cargador del móvil.

No me quedó otra que detener el vehículo y sacar el sextante de la guantera, donde antes se llevaba el mapa de carreteras.

La gente empezó a aporrear el claxon pero qué podía hacer yo, si ni siquiera había cerca un muro o un tronco de árbol para ver por dónde crecía el liquen.

Mientras calibraba el artilugio los otros coches empezaron a pitarme porque quizá no iban al sureste como yo, o porque quizá Google los hubiera mandado por la senda donde sopla el cierzo o el mistral.

La falta de paciencia ibérica para quienes tienen que medir la declinación solar ya la vivió Colón en su primer viaje que casi le causa un motín. Si el Almirante pudo superar esa prueba clavando un doblón en el palo mayor que luego le escamoteó a Rodrigo de Triana, nosotros que estamos atascados precisamente en la Ronda de Triana no vamos a ser menos.

Yo creo que esta prisa española no sirve de mucho porque, como la muerte, a todos nos iguala luego la eternidad de un semáforo en rojo como la camiseta de la selección de fútbol, ese deporte que da tanto que hablar todos los veranos, lo mismo que se habla de ajedrez cada vez que cambia una era geológica.

Quizá iban todos a ver algún partido que dieran por la tele porque creo, aunque no estoy muy seguro, que es ahora la temporada, aunque a los del balompié les pasa como a las cofradías, que es domingo de ramos todo el año. 

De hecho el entrenador me parece que se ha hecho famoso por unir ambos mundos, justamente aquí al lado, en el Cachorro, donde se ha formado el embotellamiento.

Me parece que al entrenador, como siga mostrando estampitas y medallas, le va a quedar muy poco en el convento. Ahora los que mandan son más de llevar exvotos a la virgen de Begoña.

Desde luego no era esa hora de estar pitando en la calle, salvo que uno fuera árbitro o guardia de tráfico, pero para cuando llegó el municipal yo ya había tomado las coordenadas y el agente me confirmó que, en efecto, el sureste era la segunda salida, sin más apercibimientos porque ya iba empezar el partido y no era cosa de demorarse poniendo una multa que hay que redactar muchos anexos.

Se ve que Google tiene querencia por el mundo náutico y cuando menos lo esperas te señala así la derrota (el rumbo, no la del partido) según la rosa de los vientos, que es como la rosa del PSOE, pero sin estar erezada de espinas.

Ahora que peor es cuando el navegador se vuelve erudito y te dice que en la rotonda tomes por la vereda del general "..." y ponga en esos tres puntos cualquier espadón del siglo XIX, que hace falta el Espasa para dilucidarlo.

Claro que para eso llevo también a la mano el facsímil de la edición de 1940 de "Las calles de Sevilla" de Santiago Montoto. No me sirve de mucho en la Cartuja o en los Remedios, pero al menos mientras viene el municipal tengo lectura y recuerdo ese mundo andariego sin ubicación ni coordenadas.

Tengo también comprobado que la maquinita hace un uso muy ligero del término "ligeramente", en una acepción que me parece a mí que no recoge la Academia ni el María Moliner, porque ¿cómo se puede girar ligeramente a la izquierda? ¿Como Feijóo acaso? 

La prueba es que nunca te dicen que gires, que sería lo contrario, bruscamente a la derecha como Abascal, decidido cumplidor de las normas de orbanidad.

Yo creo que o se gira o no se gira y la cuestión quedaría mejor determinada, ya que G., el gran arquitecto, se empeña en no anunciar el número de la salida, determinando los grados. En previsión de que algún día incorporen esta funcionalidad llevo también un transportador y, ya puestos, además del tiralíneas, una escuadra y un compás por alinearme con google y darle un aire masónico, quiero decir masoquista a la conducción.

Y hablando de incorporar, lo que le gusta esta palabra a G. que parece vivir en un continuo transfuguismo: ahora incorpórate a la izquierda, luego incorpórate (ligeramente, claro) a la derecha. ¡Eso sí por el centro no te envía nunca!

Al final la cosa no fue a mayores porque con la llegada del guardia quien más quien menos se sintió culpable de un desfalco y salió huyendo.

No era tampoco hora para que le revisaran a la gente el maletero ni creo que al guardia le apeteciera ahora encontrar la típica testa seccionada en una bolsa de basura y tener que hacer los precestivos tests y levantar un atestado. Que a ver a que juez llamas ahora que los han cambiado a todos en el supremo.

Yo, desde luego, tenía la conciencia tranquila, no había llevado a mi coche a luchar contra esos elementos procaces y desamaldos que se crecen tanto con la cuestión circulatoria que terminarán infartados o por el coche o por el furbo.

En esto que la máquina volvió a insistir en que mi destino ¿o era el del país? estaba a la derecha, pero claro yo no sabía si refería a mi derecha o a la suya, porque además ahora tenemos tres, la cobarde, la macarra y la conspiranoica.

Con lo fácil qué era preguntar antes, cuando la gente te decía a la derecha moviendo el brazo hacia la izquierda (¿pero la suya o la mía?) y en el primer cruce te equivocabas y entrabas borgianamente en un mundo más antiguo y más pleno.

¿Pero qué esto que escucho de repente como un mantra terco y repetitivo?:

Ha llegado a su destino, ha llegado a su destino ha llegado a su.. 

Pues eso que aquí se acaba la columna, saludos de Chat GPT.


Procesión becqueriana en el Museo


Preciosa la exposición "Sevilla en la mirada" que recoge la última donación al Museo de Bellas Artes de Francisco Luque Cabrera.

No se la deben perder quienes gustan de la historiografía de la ciudad, sobre todo de la época romántica o becqueriana.
Se reúnen cerca de cuarenta grabados de época, entre ellos esta, inédita para mí, "Procesión del Viernes Santo" de Ernest Joseph Angilon Girard y que se corresponde, justamente, con la Semana Santa de 1862, a la que tantas páginas dedicamos en "Bécquer 1862" (Ed. Athenaica)
Se evidencia aquí cómo aún no había sillas en la Plaza de San Francisco para el público general, pero sí una tribuna a la que acudían los Duques de Montpensier.
Es imagen fiel de la jornada así descrita en "El Contemporáneo" por nuestro anónimo becqueriano y hubiera podido salir junto a la crónica como instantánea de aquella tarde del 18 de abril de 1862:
"Detrás de cada paso iba una banda de música tocando marchas fúnebres y otras composiciones adecuadas a las circunstancias. La fama de esta procesión y la curiosidad que despierta hicieron que el viernes fuera mayor que de ordinario la afluencia de gentes a las calles por donde pasa, de tal manera que no se podía literalmente dar un paso por ellas. Sus Altezas Reales los Serenísimos señores duques de Montpensier se dirigieron con sus augustas hijas a las casas consistoriales para ver pasar estas procesiones en la misma forma que el día anterior, es decir, todos a pie menos la señora infanta doña María Luisa Fernanda, que fue y vino en silla de manos. Las personas reales iban vestidas de negro como lo exigía la solemnidad que se conmemoraba."
Anónimo becqueriano, (Bécquer, 1862).










miércoles, 10 de julio de 2024

Todo queda en casa

 

En efecto: todo quedó en casa.
Y lo peor el "munro" de hormigón que se alzó frente a la víctima.
Aun habrá quien lo pueda comprender, porque nada de lo humano nos es ajeno, pero con qué arbitrariedad extendemos esa comprensión y como solo a aquello que nos es afín.
Me acuerdo, claro, de otra Madre a quien se ha acusado con razón de obrar así por muchos años y que intenta, ahora, hacer lo que no hizo Alicia, cruzar el espejo, tirar el "munro" de oprobio y de vergüenza.
Aunque es tarde nunca es en vano reconocer el daño infringido y restañar las heridas.
El victimario, no conviene olvidarlo, fue el marido a quien ella decidió amparar, -¿es legítimo pensar que ella fue víctima a su vez?
Como fueron victimarios -individualmente- todos aquellos ministros, traidores Dios- a los que más les hubiera valido atarse una piedra al cuello y echarse al mar... Si la jerarquía miró a otro lado ("Todo queda en casa") y nos indigna, no puede dejar de indignar lo que Alice no quiso ¿o no pudo? evitar.
Escribir sobre esto, después de todo, es horrible, pero alguien lo tiene que hacer. ¿No exige el gobierno un sistema de reparación objetivo, efectivo y en el que las víctimas tengan voz?
Pues hay que darle voz a la hija de Alice, a quien arruinaron la vida dos veces, por el abuso y por el silencio con el que se compra un Premio Nobel.
Dice Alice Munro en "Amistad de Juventud":
"Los malvados medran. Pero está bien. Está bien, los elegidos están ocultos bajo la paciencia y la humildad e iluminados por una certeza que los acontecimientos no pueden perturbar”.
Y tiene razón, juzguemos a los escritores por su escritura y a las personas por sus obras.
Por sus obras los conoceréis.



martes, 9 de julio de 2024

Mother France

En temas electorales mejor que la doble vuelta es votar hasta que salga lo que queremos.

Estoy convencido de que si este domingo se volviera a votar en Francia salía otra vez la derechísima.
Los comicios, y más en nuestro tiempo, son un termómetro de los impulsos.
Resulta que el lunes pasado nos iba a invadir la madre Francia con los panzer y este lunes tenemos al ejército rojo en los Pirineos.
Una cosa es que el tiempo de la historia sea pendular, acción-reacción- y otra que vaya como ahora, a bandazos.


[Sí, la madre Francia, Felipe V se la quedó en 1700 y Napoleón se la terminó de cargar en 1808]

Was tun?

De los monstruos de Obama y Biden, nace y renace Trump.
De los monstruos de Hollande y Macron, el Frente Popular y el Frente Nacional.
De los monstruos de Zapatero y Rajoy, Podemos y Vox.
Lo que se ha dado en llamar centrismo al final no es sino una huida hacia adelante sin ideología y, lo que es peor, sin ideales.
De ahí la muerte súbita de Ciudadanos.
El centro no existe, el centro es, me temo, poco más que agradar a la opinión pública.
Salvo que el centro sea el liberalismo y el arco parlamentario fuera:
-IZQUIERDA
-CONSERVADORES
-LIBERALES
Pero en España conservadores y liberales están mezclados en dos partidox.
Así pues las democracias occidentales han devenido en sistemas partitocráticos donde la meritocracia ha sido reemplazada por el narcisismo y el debate público por el populismo.
Su objeto que era el de construir un dique bipartidista frente al comunismo y el fascismo y la elevación de la clase obrera a la microburguesía está fallando desde el inicio del siglo XXI.
En España tenemos, además, el vector soberanista.
Hasta aquí los síntomas, pero ahora, como dijo Lenin
WAS TUN?
¿Qué hacer?



viernes, 5 de julio de 2024

HELGA DE ALVEAR: MULTISPLIT SIN BOMBA DE CALOR

Como ayer hacía un calor que ni en Sevilla y andaba inopinadamente por Cáceres nos fuimos a probar el aire acondicionado del Museo Helga de Alvear.


La verdad es que es emocionante dejar los cuarenta grados de la calle y entrar en ese paraíso del frescor que no pasaría una auditoría woke en términos de lucha contra el cambio climático.

Se denuncian muchas maldades del hombre en el museo, pero se ve que con fresquito se lleva mejor la denuncia.

Hay que celebrar, en todo caso, haber salido del emparrado y del botijo.

A mí me parece, alguien tiene que decirlo, que el Museo es como el que se compra un frigorífico de última generación, carísimo y precioso, para guardar luego yogures caducados.

Yo no digo que no tengan valor las performances allí expuestas y el arte videográfico que se exhibe en auditorios que valen por un cine de verano donde mejor sería proyectar lo último de Neflix.

Seguramente tienen mucho valor y nos conciencian de la angustia de existir y de la banalidad de la vida, pero también me conciencia de todo eso y más echar una ojeada a los descampados de mi barrio o a los alrededores de cualquier contenedor de basura hispalense.

Quiero decir que no vale lo que cuesta.

Pero vamos que el truco del arte contemporáneo es este: nadie metería en su casa una lámpara rota del tamaño de dos salones, así que hay que conseguir que lo paguen otros.

El espacio expositivo es de primera gama, puro balay, muy parecido al Museo de las Colecciones Reales, pero sin tapices del siglo XVI ni armaduras del siglo XV, más bien se exponen las envolturas y los contenedores, los muelles del jergón.
Es, en definitiva, como un inmenso trastero, pero bien iluminado y ventilación magistral, un prodigio de la técnica electrodoméstica.

El museo se visita hacia abajo, como el infierno de Dante, deberían poner un cartel a la entrada que avisara: abandona toda esperanza sobre el arte, tú que entras.

Realmente cada círculo es peor, al final llegas a una sala que es como la ferretería de un psicópata, con hachas como de falla valenciana. Dan un poco de risa, pero si uno lo mira cerrando el entrecejo pues sí, se inquieta uno, que eso es lo que parce que busca este arte, dar miedo, pero a mí me da más miedo el recibo de la hipoteca.

Y la hipoteca de esas salas lo mismo también la estamos pagando entre todos porque ninguna comunidad autónoma se libra de tener su museo modelno.

Me gustaría creer, pero me temo lo peor, que quien hace esas cosas sabe por dentro que nos estafa, me parecería más humana esa maldad que asumir esa concepción artística y vital del mundo (no sé qué puede ganarse de verdad desordenando una ferretería como un poseso frente al cosmos).

La broma se debió acabar el día que Duchamp puso el urinario donde estaba la silla del vigilante, que cuando está vacía no sabemos si hay que fotografiarla o no.

Deben de ser muy valiosas estas piezas cuando los activistas no las atacan como a los cuadros de Rembrandt o los de los impresionistas.

Luego hay una sala donde puedes escuchar en una máquina de discos capitalista canciones comunistas (simplifico así para hacer daño, que uno también es bohemio). Hubiéramos ahorrado mucho espacio con un QR con enlace a la PlayList soviética de Spotify.

Claro, que los días de calor no descarto que no se vaya nadie a hacer la revolución a veinte grados daikin.

La jactancia de quienes me hayan tomado por cateto la vengo escuchando desde que escribí la primera línea: a ver, el museo tiene cositas, un Yves Klein jibarizado, una tinta china coloreada de Kandinsky, otra cosita de Klee e incluso, y ya es raro que lo diga, dos cuadros de Tapies cuando no pintaba tapias y eran en verdad abstracto.

El arte abstracto, el arte matérico tiene su valor, a mí me gusta y mucho, pero está uno cansado de la coartada de quienes avisan cuando lo impugnas: es que ese señor es un antiguo.

A mí nunca se me ocurriría decir que mi hija pinta mejor que Picasso, porque mi hija pinta mejor que Velázquez (amor de padre, happening social)… a mí me gustan Kandinsky, Picasso, Mondrian y todos los de la lista oficial que me sé tan bien como tú.

Pero sí se me ocurre decir que yo mismo, sin cargarle el muerto a mi hija, me hago un happening en un decir Jesús, claro que quien dice Jesús ya es un heteropatriarca sin sensibilidad contemporánea.

Total que cuando sales de ese infierno de belleza hay ascensores gigantescos, como montacargas y luego puertas correderas de madera y cristal que parecen un homenaje a la primitiva arquitectura ciclópea de micénicos.

Pero el aire acondicionado, que es a lo que íbamos no decae.

Y, por la arquitectura, se va a salvar el nuevo traje del emperador.

La moda es esa, hacer envoltorios preciosos para caramelos envenenados.

Y no habría necesidad, en un arrebato de cordura la coleccionista se hizo con una copia de los caprichos de Goya, que valen todo lo que no vale el museo, y ya el buen rato, con el fresquito, que pasamos ahí lo compensa todo.

Qué cordura la de Goya, qué clarividencia la suya: el sueño de la razón produce monstruos.

Y el sueño del arte, frigoríficos industriales.





viernes, 28 de junio de 2024

Ruido sincrónico

El rigor cronométrico de Suiza no llega al tobillo de la sincronización ibérica, el único país del mundo en cuyas calles todas se suceden, armónicamente enlazadas, el tajo con martillo neumático, la humosa y paquidérmica máquina de asfaltar, el levantamiento de los alcantarillados hidráulicos, el timbrado de los cables de fibra óptica, el soterrado de la media tensión, culminando con el pase sucesivo del camión de la basura, que nunca pasa de noche, y de los camiones de riego y aspersión, esa fuente de la Granja portátil que ataca a transeúntes y empocilga las aceras.
En un no va más de la contaminación acústica, en un loop hispánico del ruido absoluto, puede verse completada la gran parada sónica por la llegada del camión de butano y su morse de chapa y estridencia y la triunfal entrada del tapicero señora, ha llegado el tapicero, se tapizan sillas, sillones, butacas, tresillos, mecedoras, descalzadoras, que no sé qué cosa sea o pueda ser una descalzadora en el siglo XXI.
Todo lo cual y a través de la sempiterna videoconferencia que es la vida del teletrabajador forzado se traslada por internet a todos los rincones del planeta que acaban entrando en resonancia si por ventura se escucha, cada vez más raramente, el mantra armónico del afilador (óiganlo resonar nostálgicamente en su cabeza) ese Amazon de la cuchillería.

Y luego se quejan en los aledaños del Bernabéu de los rubios alaridos de Taylor Swift como si el producto nacional bruto, pero bruto, no fuera suficiente. 



 
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