Durante muchos años fui no menos borgiano que wagneriano, lo tenía todo, qué pena, estaba echado a perder. Hoy es un día especial porque recordamos al gran Ricardo y para celebrarlo traigo aquí este engendro perpetrado hace dieciséis años. En recuerdo de las largas tardes pegado al transistor que traía desde Bayreuth las sagradas fanfarrias, en recuerdo de aquellos años en los que, como Borges, "poseí" el idioma alemán y me dedicaba a traducir pasajes de la Tetralogía. Lo dejo tal y como lo he recuperado del yacimiento arqueológico donde dormía con otros pecios submarinos, con sus candorosas correcciones, con "sus últimos toques". Doscientos años, dieciséis... Si el tiempo no existe. ¡¡¡¡¡LARGA VIDA A LA COLINA SAGRADA!!!!!!
UN CUENTO WAGNERIANO
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