Helado de café
(en
Tomaselli),
la purpurina que figura el oro
en la clave de fa de los letreros,
el breve cementerio donde crece la prímula
a la sombra de bronce del castillo,
-los Alpes a lo lejos-.
El cabello de Mozart,
los caballos de piedra,
la calle expresionista como un film de Murnau
reptando hasta la casa de un poeta.
Y Georg Trakl que dormía sobre un cristal de sangre.
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