lunes, 25 de julio de 2016

Cerrar una casa

Me devuelven tus gafas, aún en la mesilla,
tu mirada severa y amorosa.

Cuántas horas tus ojos se posaron
sobre estas piedras viejas como el mundo
que amortajamos en silencio ahora.

Así vuelven las cosas al río de la vida,
todo pierde su peso cuando muere quien lo ama
y se torna liviano material del olvido,
sutil y empaquetable, alimento de sombras.

Y cerramos la puerta.

Al otro lado queda nuestra vida:
los cristales de azufre y el ópalo de fuego,
la malaquita verde que apresa con su garra 
un terrorífico dragón de China 
y los bosques de cuarzos y de jades
que custodian un iris bajo tanta dureza.

Salgo a la calle, corro,
y tu reloj me aprieta el corazón.

Ha partido el camión de la mudanza,
oscuro como un vientre de ballena
hacia el mar de la niebla y las cenizas.

Pero tu colección de minerales ciñe
la corona de Reyes y Profetas.

Vitrina de minerales de mi padre número 1 (antes)
Vitrina de minerales de mi padre número 1 (después)

Antonio Hurtado, 17, antes 15
Cáceres



"Adios rios, adios fontes", Rosalía de Castro - Amancio Prada

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