Se atribuye a Fernando VII el dicho de que España sería como una botella de cerveza a la que al quitarle el tapón, que sería la Corona, desbordaría.
A esto añadiría que en España no hay (ahora menos que nunca) ni siquiera monárquicos, pero que lo que distingue a los republicanos convencidos y confesos -salvo excepción en la que yo creía encontrarme hasta que tomé partido por la causa de Austria- del variado espectro ideológico de los otros (del socialismo a la derecha ultramontana) es que probablemente los republicanos no crean en la nación española, lo cual, siendo legítimo, no deja de ser un problema.
Está mal generalizar, pero sus actos los retratan.
Así, me temo, que cualquier cambio de régimen volvería a ser destapar un corcho de imprevisibles consecuencias, como pasara en el siglo XIX cuando había en Sevilla quien creía que la República -declarada federal en el circo Price de Madrid- lo era -"federal"- por ser uno de sus adalides D. Federico de Rubio y Galí.
Y poco más, no crean, sabe ahora la gente en general.
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