El cambio de la fiesta de todos los santos por esta de todos los demonios no es -o no solo- el resultado de una colonización cultural sino la consecuencia de un nuevo paradigma moral.
Visible, sobre todo, en el hecho de que numerosas familias que antes eran inmunes y aún contrarias al truco o trato, han sumado con fervor a sus hijos al aquelarre.
Yo esto lo entiendo: en el código de circulación dice que se ha de ir a la velocidad a la que evoluciona el flujo de tráfico, con independencia de la velocidad reglada de la vía, para evitar daños mayores.
Llevar a tu hija disfrazada al colegio de Santa Juana de Arco en llamas no creo que arregle el problema. ¿No iba de esto la película CARRIE?
Pero en definitiva, es esa falta de firmeza moral, y no la cuestión del carnaval más o menos satánico -que a mí, por ejemplo, no me desagrada porque me crié con el cine americano-
Comprendo ahora mejor la defensa judaica de la Tradición tan bien recogida en El Violinista en el tejado: "porque sin nuestras tradiciones nuestras vidas serían tan inestables como un violinista en el tejado".
Quiero decir tan absurda como una calabaza en el salón.
1 comentario:
¡Mala pécora!
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