"Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz."
Lucas (1,67-79), profecía de Zacarías
Y por esto celebramos la Nochebuena cuando crece la luz y disipa las tinieblas, y no porque un celta remoto se embriagara bajo "la rama dorada" del muérdago o porque un romano megalómano viera en el sol invicto el reflejo del poder en su coraza.
El cristianismo dio un nuevo sentido -pleno de divinidad- a los ciclos de la naturaleza que por primera vez se contemplaron al nivel del hombre, sin miedos cervales, sin dioses de ojos velados por el mármol.
El trigo, que no nace sino muere, era dorado por el sol que rompe las tinieblas de diciembre y así, una tras otra, cíclicamente, aparecieron ante el hombre nuevo, sacerdote, profeta y rey, todas las estrofas del gran poema de la Creación.
Rembrandt - NACIMIENTO
No hay comentarios:
Publicar un comentario