Nunca más veremos estas imágenes en la Plaza de la Concordia
Quizá mis hijas, yo no.
Siete espléndidos magnolios, siete, han sido cortados al secarse por no haber sido regados en cumplimiento del edicto arboricida de la anterior corporación.
Siete magnolios que daban sombra y perfumaban y hacían preciosa la plaza.
¿Todo el esfuerzo en recuperar el magnolio de la catedral y nada aquí?
Y sobre todo, ¿dónde están los contestarios del ficus de Triana?
¿Protestaron porque la orden para cortarlo -se habían desplomado ramas sobre los transeúntes- la había solicitado un cura?
¿Nadie pudo alertar de lo que estaban sufriendo estos arboles?
¿Los que se encaramaban al cicus no pudieron desobedecer el bando aunque fuera orinando?
Con ir a mearse en la política antiarbórea del anterior ayuntamiento los hubiéramos salvado, no había ni que encaramarse, bastaba con, de vez en vez, llevar algún agua mineral.
El panorama es desolador, siete tocones, siete mutilaciones.
Pero el ficus de Triana
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