En sus Proverbios y Cantares, dice Antonio Machado:
¡Ah, cuando yo era niño
soñaba con los héroes de la Ilíada!
Áyax era más fuerte que Diomedes,
Héctor, más fuerte que Ayax,
y Aquiles el más fuerte; porque era
el más fuerte…¡Inocencias de la infancia!
¡Ah, cuando yo era niño
soñaba con los héroes de la Ilíada!
Cuando yo era niño, sin embargo, lo que me
admiraba era la fuerza de la Masa y la cuestión
palpitante era quién vencería en un duelo
Spiderman vs Superman. Porque entonces,
afectados ya por no sé cuál reforma educativa y
bien enterrado el Cid Campeador, los héroes de la
Marvel campaban por sus respetos en el imaginario
infantil de los cielos de Manhattan. Los superhéroes,
tan poderosos y tan frágiles en sus estridentes
uniformes, siempre aplastados en las viñetas por
bocadillos gigantes y extravagantes onomatopeyas
(WHAPP!!), eran el primer contacto (débil) con el
arquetipo trágico. Porque un héroe no existe sin
conflicto, y por eso Superman no es Hércules, sino
la sonrisa pop de Christopher Reeve.
Pero ha llegado Batman, el obsesivo y atormentado
guardián de la noche.
Desde finales de los ochenta varios directores han
hecho con el hombre murciélago, trasunto de Drácula
y Superman, sus particulares ejercicios de estilo,
ahí están los Batman (1989), y Batman Returns (1992)
de Tim Burton, que resucitó al personaje de las
cloacas de la serie B y los Batman For Ever (1996)
y Batman & Robin (1997) de Joel Schumacher,
con la asilvestrada tropa de personajes histriónicos
que circunda al solitario héroe, como la galería de
una feria de monstruos.
Sin embargo nadie había llegado tan lejos como
Cristopher Nolan con el reciente estreno de
EL CABALLERO OSCURO, segunda entrega de la
saga retomada en 2005 (Batman Begins). La
película tiene una orquestación grandiosa de filiación
shakesperiana y estética wagneriana, ¿Es Hamlet o
es Macbeth el Caballero Oscuro? ¿Es Tristán, es Parsifal?.
La película indaga en la existencia del mal y en la
degradación moral en sus diversas estadios: el mal
químicamente puro (Joker, un genial ángel caído
Heath Ledger), la turbia bondad (Batman) y el hipócrita
rostro de Jano de la perfección (El Fiscal del Distrito
Harvey Den). Acompañados de sus respectivas
cuadrillas de matarifes, burócratas e idealistas
(especialmente el Teniente de Policía James Gordon).
La actuación del Joker es memorable y es tanta la
intensidad de sus planteamientos, subrayados por una
tenebrosa banda sonora, que sobran la máscara y los
artilugios de Batman para plantear a la luz de la luna
el interrogante fatal ¿hay un resquicio para el bien
en nuestra acomodada existencia? Porque, frente al
Nueva York deslumbrante de los rascacielos, la sociedad
-la ciudad- tiene otra cara, la de la nocturna Gotham,
el gótico Manhattan donde una lenta lata de conservas
gotea en un basurero que devora una rata, donde una
cuchilla raja la noche con su sonrisa excéntrica. Y tus
sueños ya no son los de la infancia, sólo pesadillas, y
la noche es más oscura justo antes del amanecer.
Porque ya no hay nadie ahí para salvarte, sólo tu bondad,
si es que aún te queda, mientras vela en las sombras
silenciosas de tu alféizar, Batman, el traidor y el héroe,
solitario y dolorido. Tu máscara.
viernes, 29 de agosto de 2008
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2 comentarios:
Interesante.
A mí Batman begins no me interesó demasiado.
Habrá que ver esta de Dark Night, aunque ya me decepcionó cuando me enteré que no era la adaptación de la genial obra de F. Miller (eso sí que hubiese estado bien).
Yo de lo que estoy ansioso es de ver la adaptación de Watchmen!
¿Has leído mi poema sobre Watchmen? Está en mi blog (sección poesía fantástica)
Por cierto, me gustó mucho tu poema sobre Batman ¿me dejas que lo incluya en mi Antología de poesía imaginaria?
Lo curioso es que gracias a esta película yo he comprado el comic de Miller y me ha parecido fantástico y sí creo que ha influido en la adaptación.
Corro a leer el poema de Watchmen y ¡muy honrado de ser antologado!
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