Se ha reorganizado toda la programación de Radio
Nacional y Radio Clásica no ha sido ajena a esta
agresiva e innecesaria reforma. Desde la cadena se
anuncia una programación innovadora y fresca,
pero a lo largo de los últimos meses ha sido bien
triste ir viendo cómo se despedían las voces conocidas
que daban continuidad a la Música. Los que somos
fieles a la emisora desde hace años y hemos escuchado
la programación de agosto, con insólitos y débiles
experimentos, ya sabemos lo que significa esto:
una infantilización de la programación con afán
pedagógico y didáctico. En España la enseñanza de
la Música Clásica es una cuestión pendiente. Nuestros
mejores talentos todavía tienen que emigrar a la
Europa Germánica y la falta de conocimientos
musicales, aún en las personas cultas, no se tiene
por ignorancia. Afortunadamente no sucede lo
mismo con nuestras salas de conciertos, los melómanos
pueden disfrutar de una amplia oferta de extrema
calidad en las principales capitales. Radio
Clásica ha sido siempre nuestra sala de conciertos:
nuestro Teatro Real, nuestro Liceo, nuestro Maestranza,
nuestro Musikverein. Los esfuerzos didácticos se
deberían desarrollar en otro ámbito. Con estas
iniciativas se pretende rebajar a la Cultura de un
pedestal y al final no quedará ni pedestal ni Cultura.
Como si faltaran emisoras para berrear sus eléctricos
graznidos para todos los públicos. Porque la audiencia
de Radio Clásica no es la más larga, pero sí la más fiel
de toda la radiodifusión española. A mediados de los 90,
Antena 3 transmutó en Sinfo Radio con una intención
divulgadora que se agotó pronto por falta de rentabilidad.
En Sevilla, por ejemplo, devino -¡cómo no!- en Radio Olé 2.
Aunque la fórmula de Sinfo, con piezas cortas y
conocidas, funcionaba para quien empezaba
adentrarse en la música, de la experiencia de su
fracaso (paralelo al famoso “antenicidio”) se debe
aprender que la actualización de lo clásico, la retórica
de la divulgación conduce a la banalidad. Ha sucedido
en museos decimonónicos y preciosos a los que el
afán explicatico ha convertido en pabellones huecos,
exhibidores de plástico y cartón piedra, como el Museo
de Ciencias Naturales de Madrid.
Pero estamos en manos de psicólogos y educadores,
es el tiempo de los bárbaros.
Porque lo preocupante no es que se profane un templo
-gracias a Internet, cada cual puede configurarse su
emisora mundial a la carta- sino la pérdida de un espacio
público, que, con las bibliotecas, es el único medio demostrado
para universalizar el conocimiento. Sin intermediarios
simplificadores.
Entre los nuevos programas de Radio Clásica se anuncian
los que siguen:
Sólo canciones
La vida en sueños
Los colores de la mañana
Lo que hay que oír
Música sobre la marcha
Té para tres
Que pueden valer para casi cualquier cosa, incluso
(y por desgracia) para Wagner o Bach.
Es la hora de los teletubbies.
Adiós a las voces que nos han acompañado durante
tantas horas de felicidad.
sábado, 30 de agosto de 2008
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4 comentarios:
Lo mismo ha pasado con Radio 3, menos mal que algunos como Trecet aún resisten...
Espero que haya quedado en Radio 3 La Estación Azul, pero ya en su día estuvo a punto de desaparecer, no el programa, sino la cadena entera. Bravo por Trecet.
Pues me has jodido con esa noticia. En fin, menos mal que ´cuando vuelva a España con la radio por satélite, podré oír la Radio clásica Suiza (excelente) o la griega, que también es buena.
Aquí en Francia la situación es bastante mala. Existe France Musique (pública), que por la mañana parece ser que sí pone algo de música clásica -eso me dice mi mujer-, pero por la tarde ponen muchísima música clásica "contemporanea" (ya se sabe: cisternas de vater que se vacían, portazos y chirridos de mecedoras) y música "de los pueblos del mundo". Además hablan mucho (muchas entrevistas y tíos pedantes dando el coñazo).
Luego está Radio Clasique, que es la que yo oigo, a falta de algo mejor. Es privada, por lo que tienes que soportar cuñas publicitarias, y la música que ponen es sota caballo y rey (estoy de la obertura de Aída hasta los cojones), pero bueno, menos da una piedra.
Así que si puedes, ponte una parabólica apuntando a Astra o a Hotbird y verás que coges unas 30 emisoras de radio clásica de todo el mundo. Es gratis (salvo la instalación del chisme), y merece la pena.
Un abrazo.
Yo la escucho por internet, pero ¡qué bien sonaba en mi TV nueva!
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