jueves, 9 de abril de 2009

Jueves Santo

Y ya estamos, como Dante, al mitad del Camino de la Vida: por la suave pendiente de la tarde violeta, llena de estrellas dormidas y manzanos en flor, ascendemos la vía dolorosa, pero ingrávida, del Jueves Santo. Hoy el aire es suave, la luz del cielo, desleída, es apenas una gasa morada, como la que vela la cruz de guía de la Quinta Angustia. Por el cielo flotan José de Arimatea y Nicodemo, y Cristo se mece en el firmamento, en la caída a plomo de la cruz a la tumba que detienen sudarios voladores o en el vertiginoso ascenso de la Exaltación, caballos, sogas, trompetas de Roma por Santa Catalina.

Y cuando ya la noche se hunda en las tinieblas de la madrugada, levitará todavía la plata restallante del Señor de Pasión, la imagen apolínea de Dios

Ya mi túnica, planchada y preparada para el Sabbath, anuncia la blancura del sepulcro y la soledad total.

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