sábado, 13 de junio de 2009

"La Memoria Frágil" (o de mi primer libro)

He recibido los primeros ejemplares del que, en rigor, constituye mi primer libro de poemas -“La Memoria Frágil”- cuyo mérito principal estriba en no haber sido merecedor de ningún premio y, aún más, en no haber sido presentado a concurso alguno...

Lo ha publicado la Diputación de Cáceres a través de la Institución Cultural el Brocense, en la preciosa colección Abezetario, donde han aparecido recientemente la antología “Línea Clásica” de Luis Alberto de Cuenca o los “Caliches” de José Antonio Ramírez Lozano.

Es una edición muy cuidada, al cargo de Teófilo González y preparada en los talleres de Gráficas Romero de Jaraíz de La Vera, con el buen hacer que les caracteriza.

Es de justicia agradecer el interés en recuperar estos poemas, escritos entre 1994 y 1999, que de otra manera se hubieran desvanecido en mis archivos.

En esta colección se asigna a cada título una letra en lugar de un número, a mí me ha correspondido, y estoy muy feliz por ello, la letra “h”, minúscula. Quiero creer que esto es así porque es la letra más silenciosa del alfabeto, un premio –éste sí- a mí humildad y paciencia, lo que no deja de ser, como este anuncio, un jirón de vanidad. Esa facultad que se supone al poeta, como el valor al soldado.

Quizá es el libro que debió publicarse –o no- cuando frisaba el primer cuarto de siglo, ese primer libro del que todo escritor acaba arrepintiéndose.

Yo no: hoy no escribiría estos poemas, pero tampoco me desagradan. ¿Si no para qué hubiera aceptado la propuesta? El cariño que han puesto el editor y quienes me quieren bien en su publicación compensa con creces cualquier crítica antagonista porque la verdad ¿quién la sabe?

El improbable lector encontrará diversos ciclos o colecciones heterogéneas de poemas de seis o siete piezas deudoras de mis lecturas de aquella época: Borges, Biedma, Cernuda, Lorca, de Cuenca, Dámaso Alonso, Lope, Rubén Darío, Gimferrer, con la gravitación insoslayable de las poéticas de la experiencia, tan en boga entonces. De hecho los había “almacenado” en una carpeta con el título evidente de “Primeros Ejercicios”, y por tales los tengo.

Uno madura como lector y como escritor, y va rejuveneciendo en los retratos mientras envejece en los espejos, encontrarme a vueltas de una década con el joven que fui y comprobar que en esencia no he cambiado es una magia irreemplazable.

He dicho al principio que el libro no ha sido premiado, esto no es del todo verdadero, algunos poemas recibieron premios menores, con el tiempo he comprobado que el “rigor” de aquellos jurados comarcales y el cariño con el que nos entregaban a los autores mozos la flor natural y el cheque conformado eran, si no mucho más sinceras que otras actitudes con las que la vida me ha desengañado, desde luego harto más conmovedoras.

Por este motivo recupero, en capítulo aparte, el que quizá sea el conjunto más antiguo: “El Poema del Génesis”, mezcla de existencialismo bíblico y angustia y exaltación religiosa, que tanto caló en los tendidos de varias plazas portátiles.

De esta retahíla de “galardones” así como de mi extravagante condición de Ingeniero de Telecomunicaciones se da noticia en la contraportada, de acuerdo a las convenciones del género, pero estos detalles son meros accidentes: la única biografía que cuenta es la vida que se hilvana puntada a puntada y día a día y de ésta –salvo mujer e hija- tengo poca o mucha, como todos, según se mire.

Espero poder anunciaros pronto su presentación, primero en Cáceres y luego, quizá en Sevilla.

Para entonces ya habrá avanzado su distribución.

Muchos otros libros duermen entre los papeles de su autor esperando la mano de nieve que quiera arrancarlos.

Que sea en otra década, por decantación.

El libro lleva la dedicatoria “A mis padres”, ellos saben por qué, que por algo son mis padres.

Os dejo con un poema de aperitivo, todavía recientes las difusas elecciones europeas, escrito tras mi primer viaje al otro lado del telón de acero.

PUENTE DE CARLOS

Al caer de la tarde, por el Puente,
adonde todo es tránsito
—catedral suspendida entre Praga y el agua—,
hemos visto bajar una astrolabio
de bronce en la corriente.
¿De qué torre encantada y por quién fue arrojado
al Moldava de plata
para llorar la muerte del astrónomo?
La bruma de Bohemia borra, en tanto,
las góticas agujas, los castillos,
y Europa se disuelve, río abajo.

9 comentarios:

Jesús Cotta Lobato dijo...

Pues yo también reconozco la tuya en esa voz más joven y estoy deseando leerte. Aquí tienes mis parabienes.

alelo dijo...

Pues que sea enhorabuena. Y ya sabes... ahí estamos para lo que sea.

Un abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Muchas felicidades, de todo corazón.

Esta noche mojaremos algo, ¿no?.

José Miguel Ridao dijo...

Mi enhorabuena, José María. El poema me gustó mucho, tiene sello propio.

Un abrazo.

José María JURADO dijo...

Gracias, a todos, amigos.

No creo que pueda acudir a la tertulia así que, Javier, lo de brindar, otro día, si he entendido bien la pregunta...

Paco Hurtado Muñoz dijo...

Me alegro mucho. Recurre a esa vanidad cuando sepas la fecha de la presentación. Salvo imponderables, allí estaremos

Un abrazo fuerte

Juan Antonio González Romano dijo...

Enhorabnuena, José María. Todo llega, si se vale. Y te ha llegado.
Tal vez podamos, algún día, preparar una lectura conjunta. Podemos esperar al libro de Jesús, que no le debe quedar demasiado, pues también se lo merece.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hola, me alegro de que haya salido ya tu libro. Espero que poco a poco vayas cogiéndole cariño, ya parece que lo quieres algo más. Me acordé con lo de tu libro de cuando Cernuda recibió los primeros ejemplares del suyo y cuenta que estaba tan emocionado que apenas pudo dormir. Desde luego no creo que debas sentir eso, pero permitirse por una vez la mitificación no creo que pueda hacer daño. Un fuerte abrazo,estoy deseando poder verlo y tocarlo, ya avisarás cuando llegue a las librerías,
Alberto

José María JURADO dijo...

Gracias, Alberto,
si te digo la verdad: tenía tal cantidad de trabajo el lunes pasado cuando llegó, que apenas lo miré unos minutos y no pude disfrutar del momento.

 
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