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Por su parte, los lectores de biblioteca, además de ahorrarse el paseo, dispondrían de forma inmediata de los títulos, sin competencia con los otros lectores de su pueblo y en la edición que quisieran. Eso sí, deberían disponer de los gadgets en préstamo o a precios asequibles.
Pero, igual que casi nadie acude a una biblioteca únicamente a llevarse libros..., no existe tampoco el lector puro, por lo que en esta amalgama de reacciones que no pretenden ser concluyentes se enmarca el futuro del mercado del libro, una industria amenazada, más que nada, por los bajos índices de lectura. Pienso, no obstante, que la evolución del mercado del libro de bolsillo y el best-seller frente a la edición tradicional, dan la mejor aproximación de lo que será la tendencia natural del libro-e. O sea, una perspectiva muy halagüeña para el mercado, una vez se mejore todavía más el soporte, pero de escasa trascendencia para la Literatura, que siempre ha importado poco.
No, no arderán las bibliotecas en una inmensa pira. Si alguna enseñanza hemos extraído de la implantación de nuevas tecnologías es la de la convivencia de los formatos y la enorme distancia entre la primera solución –revolucionaria- y el paradigma que finalmente triunfa. Las nuevas tecnologías remedan siempre a sus inmediatos predecesores: así lo hizo la fotografía con los cuadros y el ordenador con la máquina de escribir. En el caso del libro estamos lejos todavía de un soporte práctico.
En realidad ahora a lo que damos la bienvenida es a un nuevo artilugio: la tinta electrónica y su capacidad para sustituir al papel, pero no al libro que, con indiferencia del soporte, es tan antiguo como la civilización. Procede ahora, como se ha hecho con los videojuegos y los terminales móviles, un complejo proceso de estudio psicológico para analizar los hábitos cognitivos del ser humanos y dar con la solución más ergonómica para esta tinta simpática. Por ejemplo, desconocemos exactamente, hasta qué punto nuestra dificultad aparente para leer en pantallas procede de nuestro aprendizaje o de nuestras limitaciones visuales.
Creo que los Ingenieros de Telecomunicación y demás agentes del sector deben jugar un papel (y nunca mejor dicho) muy importante en esta industria. Por ejemplo:
-Desarrollando aplicaciones no imaginadas todavía (de intercambio, anotación, alteración, etc.), para su venta a las grandes distribuidoras, como sucedió en los inicios de la telefonía móvil o tras el despegue de los i-phone, o bien con los i-pod en el ámbito discográfico.
-Desarrollando pantallas más finas y flexibles, semejantes al papel, que permitan disponer de libros tal y como los entendemos ahora. Para ello habría que seguir muy de cerca los avances en la industria de los nuevos materiales, especialmente de los tejidos inteligentes que nos depararán no pocas sorpresas.
-Diseñando un futuro con nuevas alternativas más revolucionarias, basada en la lectura sobre atriles que proyecten libros y vídeos en 3D.
Y todo esto sin dejar de leer a Galdós.
lunes, 30 de noviembre de 2009
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3 comentarios:
Libros en 3D...Interesante y friki a la vez.
¿Y te lo crees, realmente?
Claro, Javier.
Hace 4 años no existía youtube, por ejemplo.
Y creo que tú no tenías un blog.
El futuro está por inventar.
La pregunta, más complicada de contestar, es la de si mi interesa este futuro.
Y en parte creo que sí, en parte creo que no.
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