martes, 26 de enero de 2010
Homenaje a Emily Dickinson
Ella tenía abejas en los ojos, pisaba un silencio de palabras completas. Si decía la Flor, el Pájaro o la Nube, un encaje temblaba en las manos del cielo. Imágenes y voces en un cuenco de almendras, semillas que volaron más allá del sendero, por el cielo del bosque y la cabaña perdida en busca de la tierra y de su negro alabastro donde crece el jacinto y palpita la oruga. Cuando llama la esquila al oficio divino y las niñas son ángeles de Nueva Inglaterra hay una sombra blanca que susurra en la casa los nombres azules de todas las estrellas y criba las arenas de las playas lejanas. Un viento ajeno roza las copas de los árboles, borda un dibujo nuevo sobre el cristal del mundo. En el cuarto solitario de madera pulida nos aguardan –Ellos– los ha llamado –Ella–.
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7 comentarios:
Pasión por la apasionada Dickinson. Qué mejor homenaje.
Un abrazo.
Es genial, me han dado ganas de volver a leerla, (nunca ha sido santo de mi devoción) pero han pasado muchos años y creo que la lectura va ser distinta. Un saludo
Me encanta la Dickinson, estupenda, triste, como debe ser, y ese "Tell the truth, but tell it slant..." entre mis favoritos. Gracias, como dice al norte, para volver a leerla ...
Gracias, amigos: hay que leerla en profundidad, no es nada fácil. Qué bonito lo de decir la verdad así.
Es grande¡¡¡
José María, que buen prosista eres,
un abrazo.
Gracias, Javier.
Muy amable, Ramón, bienvenido a esta casa.
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