Hay una roca en medio del océano donde rompen las olas más violentas contra los cantiles abruptos y escarpados. Es una torre de basalto negro horadada por las cuevas de los eremitas y sellada por vitrales alegóricos. El viento y la lluvia azotan sin piedad este islote que rondan los demonios. De cuando en cuando algún anacoreta se despeña arrojándose al vacío a través de la vidriera para no escuchar las voces tentadoras. La celda no vuelve a ser habitada pues queda en posesión del Enemigo. Apenas hay algunas ocupadas, pero en la encumbrada cresta de la roca el hombre blanco permanece. Y su cayado pesa como el mundo.
Mujer, ahí tienes a tus hijos.
domingo, 7 de marzo de 2010
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