lunes, 12 de septiembre de 2011

Chejoviana

He leído esta noche
otra vez El jardín de los cerezos,
el cuarto de los niños donde fuimos felices,
la blanca guindalera de los sueños.

Sentados a la mesa
el teatro del tiempo nos convoca,
los mujiks se descubren, ocupan su lugar,
Ania cubre su cuello
con un velo de blondas holandesas.

Un lento balneario, un perrito faldero.
Cuando arde el samovar de la memoria
y la nieve desciende, copo o pétalo,
huiremos por el bosque de abedules
al lago donde muere la gaviota.

Mientras llega la noche con su reloj de estrellas
y su cesta de frutas escarchadas
hablaremos despacio de las cosas sencillas,
en voz baja, sentados a la mesa.
Afuera están serrando los cerezos,
pero son nuestras vidas las que sierran.

Poner punto final en cualquier punto.

En el aire, tres rosas amarillas.


2 comentarios:

Javier Sánchez Menéndez dijo...

UN poema muy rápido, me gusta Jurado. Es muy rápido. Felicidades.

José María JURADO dijo...

Gracias, Javier.

 
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