José Manuel Mora Fandos, partisano

Cuánto agradezco a José Manuel Mora Fandos, a quien no he tenido todavía la suerte de conocer en persona, esta crítica "partisana" de Cúpulas y Capiteles. Supe de él, por vez primera, cuando dedicó otras cuatro de sus clásicas y exquisitas notas a Tablero de Sueños. Me impresiona y emociona mucho esta inmerecida generosidad, este limpio acercamiento a mis escritos.

Más después de haber leído hará cosa de un mes  los primeros capítulos de su reciente y existoso ensayo literario "Tan bella, tan cerca" que tuve que dejar en suspenso por razones ajenas a su calidad literaria (nobleza obliga, pero el tiempo no siempre asiste), los titulados "Una bella inquietud cotidiana" y "Co-ser y cantar". Soy el primer conocedor, creo, de los riesgos y defectos de mi escritura, que cuando yerra en plenitud está en las antípodas de su canon, tan deudor de Gaya, tan ajeno a lo solemne o artificioso.

No me resisto a copiar el esquema de su belleza cotidiana, que incorpora, como decía, la transparencia, Dios, la transparencia, en la mirada:

-la que parpadea fugazmente en cualquier momento inesperado,
-la que a menudo intentamos suplantar con sucedáneos,
-la intangible por nuestras prisas,
-la no oficial,
-la que no es fascinación por lo extraño y extraordinario,
-la que habita inadvertida en nuestra misma casa, no se sabe cuánto tiempo -desde siempre-,
-la que brilla en los ojos de quien menos esperamos,
-la que susurra,
-la que es increíble que estuviera allí,
-la que no separa, sino que conjuga los opuestos,
-la que acaba complicándonos un poco la vida porque es profundamente humana y nos liga a las luces y sombras del otro,
-la que no se da sin ti,
-tampoco sin el otro.

("Tan bella, tan cerca", pp 36-37)

Algunas o muchas de estas cosas yo siento que faltan en mis libros, vaya pues, de corazón, mi agradecimiento partisano y la ilusión de completar una lectura abierta que no sabe si estará a la altura de tanta generosidad.