viernes, 20 de enero de 2012

Bajo la quencia


In memoriam Miguel García-Posada

No he conocido nunca a nadie que amara más y supiera más  de poesía. Tenía una memoria portentosa. Me guió a través de la selva intrincada de la literatura y cimentó mi biblioteca.  Era un buen poeta, pero durante más de treinta años guardó en silencio sus versos, por humildad y respeto a los clásicos.  Él me enseñó las claves de la Semana Santa de Sevilla que conocía mejor que nadie. Escribió la historia de mi familia, la que late en el rumor sagrado de la sangre.  Para el mundo era tan respetado como temido, para mí ha sido y será siempre el tío Miguel. Dio mucha luz a mi vida. Que su recuerdo resplandezca siempre en mi memoria.

El poema que sigue pertenece a su libro "La lealtad del sueño":

A LA POESÍA
Nunca, nunca sabrás lo que te debo,
poesía, sostén de mi existencia,
fresca agua de hontanar antiguo y nuevo.

Bálsamo has sido tú de mi dolencia,
llamada al orden entre las ruinas,
certidumbre de ser, oh flor de quencia,

que quiebras resistencias diamantinas,
iluminas la noche y sus longuras
arrancando una a una las espinas.

Rayo de luz hendiendo las negruras,
coral de cielo y perla de oceano
que deshaces del llanto las honduras.

Si triste, me estrechabas tú la mano,
si alegre, subías tú hasta mi garganta,
si turbio, me volvías a lo humano.

[...]

Con tus mejores versos, fiel y puro,
he poblado desiertos, noche oscura,
y rehusado la fruta del cianuro,

devolviendo su reino a la hermosura,
su música tapando los ruidos
de tanta tempestad, tanta impostura.

Con los pulsos dolientes, doloridos,
tus versos me han brotado, entre paredes
hostiles, por mi alma recogidos,

peces de oro en mis leales redes
surcando aguas adversas, la belleza
poniendo donde sólo tú lo puedes,

trocando en rosaledas de pureza
los dominios más sórdidos y helados:
los ayes de san Juan en la maleza

del mundo, los lamentos ahogados
del traicionado amante, la voz noble,
jacobina, en los pueblos desolados.

Te llamó memorable el inglés doble
de inspiración y juicio: mi memoria
cuidaste y defendiste, firme roble;

mi bálsamo, mi escudo, tú, mi gloria
por la cual sufrí el tiempo más amargo
y rehusé el contacto de la escoria.

Me lo enseñaste todo, denso y largo,
y si no aprendí más fue culpa mía,
que tramitar no supe tu alto encargo.

Por eso yo te elogio, poesía,
ahora que ya el tiempo se apresura,
y te proclamo por maestra y guía,
óvulo y polen de tanta hermosura.

Miguel García-Posada (1944-2012)

De "La lealtad del sueño", La Veleta, 2007, Granada





6 comentarios:

Antonio Rivero Taravillo dijo...

Mis condolencias, José María. Un fuerte abrazo.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Lamento mucho su pérdida, y te expreso también mis condolencias. Sus "40 años de poesía española" son un prodigio de pasión y sensibilidad al servicio de la poesía.

José María JURADO dijo...

Muchas gracias por vuestras palabras.

Mora Fandos dijo...

José María, mi afecto y mis oraciones, por él y tu familia. Y algo mío: nunca le conocí, personalmente, pero cuando yo era un poeta joven, en aquellos años de principios de los 90, cuando bullía la experiencia y saltaban chispas desde cualquier trinchera, desconcertado yo, compré un tomito de la editorial Crítica sobre poesía del siglo XX. Ese tomito me marcó: de repente, lo entendí todo, y leí lo mejor de los mejores. El ensayo es impagable. Le dejé el tomito a un amigo... y ya no lo tengo. Ahora me vienen unas irresistibles ganas de recuperarlo. Lo haré. Un abrazo.

José María JURADO dijo...

Gracias, José Manuel. Efectivamente el tomo de Crítica creo que es el que más acertó. A mí me ha servido todos estos años de guía. Haces bien en recuperarlo.

Las hojas del roble dijo...

Precioso, querido amigo

 
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