una tarde de otoño tras la lluvia
vimos pasar las aves migratorias
y un claro gris y unas fugaces nubes
como pintadas por Tiépolo.
No pensé en la República de Oro
e infinitos canales que gobierna la muerte,
donde el claro salitre los azules desvae
de la Scuola dei Carmeni.
e infinitos canales que gobierna la muerte,
donde el claro salitre los azules desvae
de la Scuola dei Carmeni.
Tampoco
en el Palacio Irreal de Madrid:
la fiera apoteosis de la Corona enferma
que naufraga en las aguas abisales y altivas
de los dioses y héroes.
la fiera apoteosis de la Corona enferma
que naufraga en las aguas abisales y altivas
de los dioses y héroes.
Solo
pensé en el cielo,
en las nubes rosadas y al mismo tiempo grises,
en la bóveda azul tan frágil y tan plácida
viajando lentamente hacia la noche
que ya pintaba Rembrandt.
en las nubes rosadas y al mismo tiempo grises,
en la bóveda azul tan frágil y tan plácida
viajando lentamente hacia la noche
que ya pintaba Rembrandt.
De
este modo la vida imita al arte.
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