domingo, 25 de agosto de 2013

Pavana para un infanta difunta

¿Hace frío en Viena, Margarita?
¿Te persiguen aún las sombras de la corte?

Aquí, en la lóbrega cripta de la Kapuzinerkirche,
pudridero del Sacro Imperio Romano Germánico,
he visto tu ataúd de bronce tenebroso.

¿Dónde están los caballos españoles, las águilas del Hofburg?
¿La mazurca que anuncia bajo el techo dorado
el baile de las máscaras en la rueda del tiempo?

Todo es sombra y ceniza.

Pero tú, Margarita, con tu traje de raso,
con tu gracia menuda, tu mirada azorada
y la breve pisada sobre azules y rosas,
marfiles, plateados, carmesíes y gualdas
-oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada-,

tú, que no has nacido de la espuma de un dios,
danza silenciosa e inmóvil la pavana.

En este vertedero de sangres y de siglos,
¡qué espléndida reluce la gran Degolladora!
Ella nunca descansa.

Pero a ti, Margarita,
Velázquez te ha salvado de la Muerte.


Viena, Cripta de los Capuchinos.

"Las Meninas", detalle.
"La Infanta Margarita con vestido azul", Viena, Kunsthistorisches museum

Margarita de Austria retratada por Velázquez, Viena, Kunsthistorisches museum


Ravel, "Pavana para una infanta difunta"

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