Por fin es viernes. El teletrabajo es extenuante, y aunque reconozco sus bondades siempre lo he evitado. Cuando uno es su propio jefe se convierte también en su propio esclavo.
Encadenado a las telecomunicaciones, las sesiones han sido maratonianas. Pero no procede quejarse, cuando tantos han perdido su trabajo y otros están batiéndose con el virus en la primera línea de batalla .
Tanta hiperconectividad agota: apenas he logrado leer o ver alguna película desde que empezó el estado de alarma. La información lo llena todo, cada teléfono es hoy una estación de telegrafía echando humo.
Antes de que empezara la pandemia llevaba varios meses apagando el smarphone, bastaba un botonazo y resucitaba a la vida eterna, a la de siempre. Para leer me marchaba a la calle, a los cafés y terrazas, como quien se acerca a la orilla de la playa en verano. Rodeado de la populosa marabunta me concentraba más que en el silencio con wifi de mi biblioteca.
Ahora que estamos otra vez recluidos la juventud vivida bajo el arresto domiciliario del estudio o la oficina resulta sin embargo una inesperada ventaja evolutiva: resistiré, que cantamos a las ocho.
Ahora que estamos otra vez recluidos la juventud vivida bajo el arresto domiciliario del estudio o la oficina resulta sin embargo una inesperada ventaja evolutiva: resistiré, que cantamos a las ocho.
Un oso panda gigante ha aparecido bailando en un balcón de Sevilla, una mujer, poseída como la niña del exorcista y enferma ha escupido a los agentes que la reducían. Aunque lo parezca no nos estamos volviendo locos. Esas escenas estaban ya en los bestiarios medievales. Estamos repitiendo el patrón de la tribu, la pandemia saca lo mejor y lo peor de la especie.
Es la hora del héroe anónimo y silenciosos. Sobran los agoreros y los falsos profetas, sobran los egoístas y los mentirosos.
Es en la tragedia donde se mide la altura moral de cada uno y, por más que cuanto esto acabe nos lo perdonaremos todo, habrá cosas que difícilmente podremos olvidar.
Hemos visto un político enfermo de poder saltarse la obligada y solidaria cuarentena, abrazando como un Gollum viscoso los secretos de estado y los presupuestos sociales. No se equivoca PSNCHZ dejando que se despeñe moradamente solo.
Hemos visto un político enfermo de poder saltarse la obligada y solidaria cuarentena, abrazando como un Gollum viscoso los secretos de estado y los presupuestos sociales. No se equivoca PSNCHZ dejando que se despeñe moradamente solo.
Ni caceroladas, ni catalanadas, ni españolisimos anticuerpos. Antes que de la inmunidad, es la hora de la de la humanidad, la única defensa contra el dolor que nos aguarda, que va a ser mucho.
Ha muerto el Marqué de Griñón y ya hemos empezado a ponerle el rostro del ¡HOLA! a la muerte. Las imágenes de Italia, nuestro espejismo, son terribles. Es nuestro rostro mañana.
Cae la noche y con ella se desdibuja el encierro, con las sombras viene siempre la claridad, las noches a las noches son iguales. Todavía antes de irnos a dormir brilla como una bengala en el cielo un útimo flash en el móvil: la cantante Rosalía ha colgado en su twitter la oración del padrenuestro.
Ya lo dijo Andé Malraux: el siglo XXI o será religioso o no será.
4 comentarios:
"Ya lo dijo Andé Malraux: el siglo XXI o será religioso o no será"...
Si no aplicamos a nuestro modus vivendi los conocimientos que este hecho histórico en que estamos inmersos va a mostrar tengo claro que no será. Sólo nos queda rezar. Por nuestros hijos. Nosotros tenemos el pescado casi vendido.
Sí, eso debo hacer, Carlos, pero me cuesta.
Sí, por nuestros hijos, gracias.
Abrazo
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