domingo, 19 de abril de 2020

Diario del Año de la Peste XXXVII ("1649-III")

Hace un mes íbamos a salir de esta en formación de V, como las legiones romanas, pero considerando ahora lo largo que nos lo fían me temo que, todo lo más, saldremos, como siempre, en X.

No está claro en qué punto de equilibrio óptimo han de confluir las restricciones sanitarias y la necesidad imperiosa de salir a ganarse la vida. Tan peligroso es poner la locomotora a todo gas, como dejarla al ralentí.

Tenía razón ayer el Presidente cuando decía que en España se había actuado antes que nadie, aunque no precisamente por su acción ejecutiva: a mediados de febrero se canceló el Mobile en Barcelona. Lo único que entonces se hizo bien.

Recuerdo que entonces se llegó a atribuir esta decisión a las presiones de los Estados Unidos para que China, sumida en la plaga, no deslumbrara con su tecnología 5G y quedara relegada en su acción internacional. 

Desde los poderes públicos centrales y catalanoides se insistía en cambio en la bondad de la celebración, porque no existía alarma sanitaria alguna. El confinamiento móvil, visto hoy,  resultó providencial, al menos retrasó el avance mundial de la enfermedad y, de seguro, salvó muchas vidas. De no haberse suspendido, Barcelona se hubiera convertido en un nuevo Bérgamo. 

Esta lucha fáctica por controlar la información pandémica es una constante. En 1649, por los meses de enero y febrero en Sevilla, la existencia de la Peste era ya conocida, pero desde el poder, quiero decir desde el comercio, se le quitaba importancia.

Dice nuestro bloguero barroco:

"Iba por puntos creciendo la voz de que la peste estaba dentro de Sevilla, y se hallaban con notable confusión. Todos los menos atentos lo echaban a cosa de risa: el comercio por sus intereses desvanecía el caso, y cuando más se apretaban concluían con que era un linaje de enfermedad no conocido, que no se alargaba a mas de haber envestido a 50 pobres, y otros tantos esclavos, y esto lo ejecutoriaban con mostrar cartas que así lo decían de Sanlúcar y Cádiz"

La técnica, por conocida, asusta, es lo que ahora sabemos que se llama no generar alarmismo. No existía entonces la gripe, pero sí un amplio catálogo de enfermedades menores con la que comparar el mal:

"También decían que de mucha más importancia habían sido las tercianas de 1647, que había habido en esta ciudad en los barrios altos, como de verdad las hubo, y concluían que eran muy ordinario todos los veranos los tabardillos que en esta ciudad suelen haber." 

El tabardillo que no era sino el catarro común, la gripecilla de Lorenzo Milá.

Impresiona, también, que las fechas en las que dio inicio la plaga coincidieran aproximadamente con las nuestras, y cómo los poderes públicos está vez sí lograran celebrar el Mobile,  pues hasta que no estuvo lista la Flota de Indias no se dio el bando de los confinamientos. - "se disimulaba algo". Y bien que se hubo de pagar:

"Para los principios de enero de este año de 1649, en esta ciudad de Sevilla se hablaba ya públicamente de la peste que estaba dentro de ella, habiéndola en Cádiz, el Puerto y Sanlúcar, de que se guardaba el mal, y se decía también la había (como de verdad lo era) en Jerez, Arcos y Villamartín, y respecto de estar en este tiempo en el despacho de Flotas y Galeones se disimulaba algo, y fue este motivo para que del todo no se declarase. Salieron Galeones y Flotas a las primeras de Febrero, conque al punto se cerró el comercio con dichas plazas, y para el cumplimiento se echó bando por el Asistente". 

Luego las flotas ya no volvieron, y se dio inicio a tres siglos de encierro. 

Hasta hoy.

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