miércoles, 7 de octubre de 2020

Cosecha del 74

La queja trae descrédito nos recuerda Gracián, los toreros no se miran las heridas cuando vuelven a la cara del toro.

Porque basta que uno publique una jeremiada para -in ictu oculi- escuchar un horizonte de carcajadas caninas.
No obstante y aunque voy contra mi interés al confesarlo, me pregunto, como aquél Vargas que inquiría cuándo se jodió el Perú, ¿qué he hecho mal?
Bueno en los estudios, eficaz, responsable y sufrido en el trabajo, discreto poeta y de sentimientos nobles cuando no elevados, no mal padre de familia (creo) y en general cumplido ciudadano, al día de impuestos y lealtades (creo), ¿qué he podido hacer mal o qué hemos podido hacer mal para que tantas personas como yo y muchísimas más, muchas más que conozco, de mi misma edad o años seamos irrelevantes en la vida pública?
Me refiero, sobre todo, a quienes nacimos poco antes o poco después de la muerte del gallego y el advenimiento borbónico, a los últimos hijos de la EGB y el COU: bloqueado el paso por la gerontocracia de la transición primero y adelantados por la derecha por las hienas y chacales de ochenteros y milenials, nuestra generación -que como todas fue la más preparada de la historia- apenas ha tenido oportunidades de mejorar empresas, instituciones, medios de comunicación, academias, editoriales, cenáculos de poesía.
Entre los que construyeron el régimen del 78 y los que lo destruyeron han partido el bacalo.
Claro, que aún no está dicha la última palabra y acaso la regeneración nacional al fin proceda de quienes aún llevamos en la sangre un cuarto del siglo XX.
Aunque que si uno piensa que PSNCHZ nació en el 72, la conclusión está clarísima: nuestros padres se equivocaron de colegio.

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