Leo (no releo), con asombro, con perplejidad EL RUIDO Y LA FURIA.
Es, sin duda, uno de los textos más difíciles a los que me he asomado, de una complejidad arquitectónica y discursiva de máximo grado.
Y, sin embargo, ¿qué misterio, qué mecanismo, qué pura literatura hace que la aridez se desvanezca y sobre la belleza de la escritura y la épica de la fabulación avance uno en su lectura hipnótica y fascinante?
Hoy sería imposible que triunfara una novela así y de alguna forma en la segunda mitad del siglo XX la novela se desprestigió por los muchos y malos remedadores de este estilo único.
Estoy terminando la segunda sección.
Qué potencia, qué impacto.
No comprende uno nada y lo comprende todo porque en la historia resuena la profunda voz de los profetas bíblicos, el ruido y la furia de Shakespeare.
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