...soy también de la opinión de que habría que mandar las corridas de toros al infierno.
Aquella heroica y calculada declaración de principios, que en otras circunstancias hubiera debido producir un motín a bordo y que, no obstante, se saldó con varios cristales rotos y sucesivos torrentes de derramados brebajes, espoleó la curiosidad del publicó que se sumó en corro al espectáculo.
El San Telmo se disponía a hacer las maniobras de atraque en el embarcadero de Coria. Tras el último meandro la corriente del río se había ensanchado y una acumulación cubista de viviendas blancas como azucarillos crecía tras los carrizos.
-Tranquilícense, señores, no espero que compartan mis razones, además recuerden que yo estuve en Talavera. Pero, ¡un momento! Permítanme, primero, saludar a mi querido amigo Fiódor.
Con mucho esfuerzo y abriéndose paso entre los bultos de los nuevos viajeros que subían, se asomó por la borda y agitando el bastón y dando gritos llamó la atención de un joven larguirucho y pálido, con lentes, que acarreaba una gran caldera de salmuera humeante en la azotea de lo que parecía una pequeña y destartalada factoría junto al muelle.
-¿Cómo va todo, muchacho? ¡Si necesitas más fondos pasa por mi despacho! Mañana quizá pare aquí.
Y, dando empellones, volvió a las mesas donde otra vez se hablaba del novillero Alvarito, que inexplicablemente contaba ya con partidarios en Coria.
-Tengo mucha confianza en este negocio. El chico es ruso, ¿saben? No, no es un bolchevique. Es un ruso blanco. Blanco como la nieve. Lo conocí en París el año pasado. Dormía bajo los puentes y se ganaba un plato de comida diario apostando al ajedrez. Su familia, emparentada con los zares como es natural, regentaba una de las inmensas manufacturas de caviar en Astracán. ¿Han visto el soto de abedules junto al dique en ruinas? Sí, en esa cabaña vive solo, él mismo se ha construido una isba de madera y alguna noche los vecinos lo oyen tocar algo parecido a una balalaika mientras mira pasar las gabarras cargadas de sal. ¿No dicen que el siglo XX será el siglo de Rusia? Pues aquí ya se han adelantado. Y no sería de extrañar, tratándose de esta villa, famosa en el mundo entero por ser madre de los biznietos del gran Samurái Hasekura, que en algunos años se desatase la segunda guerra ruso-japonesa. Los rusos son muy tristes, pero también muy seductores, por melancólicos.
Todos rieron y enseguida volvieron a la polémica.
-¿Y puede explicarnos nuestro Noel a que debe su aparente fortuna?
Con un largo viraje de costado el barco reanudó su marcha esquivando varias decenas de barquichuelas fondeadas cerca de la orilla. En las maderas podridas había escritos, con colores viejos y gastados, nombres de niñas o mujeres, cuyo triste reflejo sobre las aguas era ahora borrado por las impetuosas palas del vapor.
-A estas alturas ustedes no me van a creer, pero, en fin, allá va: yo fui banderillero, hace ya mas de tres décadas en la cuadrilla de Lagartijo, el primer y único Califa del toreo.
Y, dando empellones, volvió a las mesas donde otra vez se hablaba del novillero Alvarito, que inexplicablemente contaba ya con partidarios en Coria.
-Tengo mucha confianza en este negocio. El chico es ruso, ¿saben? No, no es un bolchevique. Es un ruso blanco. Blanco como la nieve. Lo conocí en París el año pasado. Dormía bajo los puentes y se ganaba un plato de comida diario apostando al ajedrez. Su familia, emparentada con los zares como es natural, regentaba una de las inmensas manufacturas de caviar en Astracán. ¿Han visto el soto de abedules junto al dique en ruinas? Sí, en esa cabaña vive solo, él mismo se ha construido una isba de madera y alguna noche los vecinos lo oyen tocar algo parecido a una balalaika mientras mira pasar las gabarras cargadas de sal. ¿No dicen que el siglo XX será el siglo de Rusia? Pues aquí ya se han adelantado. Y no sería de extrañar, tratándose de esta villa, famosa en el mundo entero por ser madre de los biznietos del gran Samurái Hasekura, que en algunos años se desatase la segunda guerra ruso-japonesa. Los rusos son muy tristes, pero también muy seductores, por melancólicos.
Todos rieron y enseguida volvieron a la polémica.
-¿Y puede explicarnos nuestro Noel a que debe su aparente fortuna?
Con un largo viraje de costado el barco reanudó su marcha esquivando varias decenas de barquichuelas fondeadas cerca de la orilla. En las maderas podridas había escritos, con colores viejos y gastados, nombres de niñas o mujeres, cuyo triste reflejo sobre las aguas era ahora borrado por las impetuosas palas del vapor.
-A estas alturas ustedes no me van a creer, pero, en fin, allá va: yo fui banderillero, hace ya mas de tres décadas en la cuadrilla de Lagartijo, el primer y único Califa del toreo.
[¿Desembocará...?]
G. Klimt "Abedules a la orilla de un lago" |
Ochi chornia "Ojos negros", Canción tradicional rusa.
1 comentario:
Bienvenido, José María.
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