Blancas como las azoteas de Moguer pasan las túnicas cándidas de los niños nazarenos de Sevilla. Han bajado las nubes de los cielos que ahora rozan con las palmas amarillas de luz. Y Dios está azul. Solo la espina roja de Santiago, clavada al corazón del transparente lienzo de sus antifaces, evoca acaso la sangre del Cordero mientras descienden por la rampa cubista de la plaza. Rompeolas de la memoria, la Iglesia del Salvador levanta contra el mundo, el demonio y la carne, la gran muralla bermeja de la inocencia. Sale Platero y una lluvia de luz alumbra al mundo, hecha de rosas rosas y de rosas de oro. Lleva en su lomo al Cristo juanramoniano de los Evangelios y todos somos niños otra vez, a la busca del tiempo recobrado.
domingo, 13 de abril de 2014
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4 comentarios:
Sale Platero y una lluvia de luz alumbra el mundo...
Me rindo a esta frase, me rindo.
Gracias, Armando!!
Qué bueno, José María... Qué bien escribes
Mil gracias y un abrazo, Lutgardo.
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