Cazos de caracoles vivos, manojos de puerros,
claveles reventones y geranios puntillistas, merluzas y sardinas de plata,
huevos esmaltados de corral, vetas de pórfido o ternera roja, tanque de
salmuera, matas de perejil. En el mercado de abastos, sobre las descoloridas
imágenes de vírgenes y cristos que tapizan los puestos -almanaques gastados por
el tiempo y el dolor- rueda la lágrima de miel de la torrija. Bajo una luz de
acuario y yerbabuena el barrio, como un enjambre hondo, se arremolina en la
calle con las manos atadas de una misma pasión. A las esquinas traen el cáncer,
la hipoteca, los estudios partidos, el infinito paro y la alegría que lleva
siempre consigo la pobreza cuando sube al balcón de los cielos perdidos. Y en este mundo antiguo de vecinos y especias, es el Cautivo, ahora, en toda su soledad, la esperanza del pueblo y del planeta.
Imagen: http://cofrades.pasionensevilla.tv/ |
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