domingo, 24 de agosto de 2014

Una década de almanaques

Hoy, coincidiendo con el 115 aniversario de Borges, se cumplen exactamente 10 años desde que empecé a escribir EL LECTOR DE ALMANAQUES [www.jmjurado.org]. La historia de la gestación de esta obra ya la he contado en TABLERO DE SUEÑOS, donde se ofrece una selección de 50 hojas del calendario. En rigor aquel 24 de agosto fue mi big-bang literario, yo llevaba años de escritura intermitente y guadianesca, pero hasta entonces no "había soltado la mano", en expresión de un inolvidable escritor y crítico literario, ya ido,  que fue quien me dio la pista, no tan obvia, de que la escritura ha de acontecer todos los días. Ingenuamente pensé que en un año acabaría el proyecto, una olimpiada después, como contaba por aquí, llevaba "solo" 245 hojas volanderas, seis años más tarde aún me quedan 10: no es solo que el ritmo se haya ralentizado, surgieron otros proyectos y libros, la mayoría inéditos, (esta "Columna Toscana", "La Gran Temporada",  "Cuaresma", "El Partido", "Cuentos barrocos"..., presentaciones, lecturas, prólogos), creció la familia (aquí y aquí) y no menguó, más bien al contrario, el trabajo alimenticio (laus Deo). A menudo me preguntan sobre su publicación, pero yo pienso que aún me voy a dar otra década para acabar las fechas que faltan, ¿quién querría pasar al papel esta etérea materia hecha de sueño y tiempo?

Gracias a los miles de lectores de almanaques.

Hablaba de big-bang, no en vano la primera fecha, la de hoy 24 de agosto, era el recuerdo de una erupción histórica.



Erupción del Vesubio. Noche de San Bartolomé.

Noche. Noche reventada por el trueno. Frente al televisor mi padre imploraba de rodillas la clemencia de Júpiter, pero los dioses habían huido y en todas las ventanas el sombrero de copa de los conjurados destilaba la sangre de los Hugonotes. El cielo ardía como un horno veteado de azufre camino del embarcadero. En la huida escuchamos el aullido de los gladiadores cuyos huesos ardían al fundirse en el hierro de las corazas. Las olas despeñaban las naves contra las rocas y las arcas derramaban las perlas griegas en la bahía de Nápoles. Felix felat as: arribamos llenos de deseo, pero pronto tuvimos que marcharnos: Narcissus fellator maximus. En Pompeya hay ciento veinte casas de comida, cuarenta panaderías, dieciséis lavanderías y treinta y cinco lupanares. Destillatio me tenet. En Pompeya hay una hogaza de pan carbonizada que no sirve para la eucaristía de los Protestantes. Palabra de Google, amen.
 
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