Ha
despertado la bella durmiente y en el jardín que selló la maleza hay un clamor
de luz vegetal. Espinos, zarzas, cardos y acantos enroscados en las verjas con
su escuadra inextricable de púas y corazas de leño, ceden ahora el paso a una
lluvia malva de glicinias, de guirnaldas de rosas y pámpanos de oro. Las
campanillas tintinean y un ascua de plata azul reverbera en la gruta
prerrafaelita. A lo lejos aún ruge el dragón abatido. Bajo el encantamiento de
una luna creciente somos caballeros del Grial y entramos en el templo ungidos
de pureza, con la cota de malla y la espada de fuego.
(Estampados, William Morris, 1834-1896)
2 comentarios:
Un libro como ese me gustaría a mí leer.
Gracias, Jesús ¡y a mí!
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