Los personajes (y las cosas) que uno puede encontrar en este mercadillo pertenecen a otro mundo.
Mientras compraba esta copia del cartel de las fiesta de primavera de 1943 cuya hora violeta tanto me gusta, el vendedor, con luenga barba valleinclenesca me decía: "buena elección, lleva la guitarra y la bandera patriótica".
"Patriótica", esto solo lo podría haber dicho un soldado de Riego, de Espartero o de Pavía.
Quizá esta es la clave que explica por qué la bandera decimonónica repele a tantos y a tantos entusiasma y cómo vuelve y volverá al cabo de los años.
Ya en el fútbol, ya en la revolución o en la guerra, no es una bandera más, símbolo del Estado o del sistema, es la bandera patriótica, es decir, la de los patriotas, las de quienes, unidos, abrazan una causa común y superior.
Patriota no es patriotero, en el amarillo y gualdo de la bandera va también el morado -el violeta- de las comunidades, tiñéndola de malva la República rindió homenaje a la enseña que orlaba los Episoddios Nacionales de Galdós.
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