miércoles, 22 de julio de 2020

Memorias del Romanticismo Inglés

Excelentemente traducido por Catalina Martínez Muñoz y con magníficas notas (e introducción) de J. E. Morpurgo que enriquecen muchísimo el texto original. Estas "Memorias de los últimos días de Byron y Shelley", por E. J. Trelawny, un aventurero amigo de ambos, se me antojan una lectura indispensable para casi cualquier lector de poesía, cuanto más para quienes consideramos el romanticismo inglés una de las cima de la creación poética universal.

Aunque Trelawny probablemente exagera detalles y oculta otros,  es muy honesto al dar su visión parcial de los hechos que vivió en primera persona, el náufragio de Shelley en Italia, de cuyas exequias y entierro en Roma junto a Keats se encargó personalmente y la expedición de Byron a la revolucionaria Grecia frente a cuyas costas murió.

Soprende por contraste la profunda y seria admiración por Shelley y la visión siempre irónica, humana y desencantada del Peregrino a quien ridiculiza siempre que puede, pero de quien fue fiel compañero hasta el trágico final.

Keats (24), Shelley (29), Byron (36).

El Romanticismo no era país para jóvenes.

Leer estas páginas es asistir en primera persona a una conversación, bajo los altos techos de los palacios italianos, de aquella corte de exiliados que recorrían Europa de Suiza a Italia con sus intrincados y tenebrosos conflictos literarios y amatorios.

Este mundo que tan maravillosamente reflejó Gonzalo Suárez en "Remando el viento".

Al frente del libro han puesto el cuadro de la pira de Shelley de Louis Edouard Fournier , Lord Byron al frente, con el que yo mismo, YO, ilustré mi poema inédito sobre el Romanticismo.

Romanticismo

Soy el llanto de Chopin sobre el piano,
soy la oda de Keats al ruiseñor,
soy la noche inmanente de Novalis,
soy de Bécquer las alas del amor.

La Balada del viejo marinero,
los paisajes ingleses de Wordsworth,
el naufragio Infinito de Leopardi,
los cañonazos de Napoleón.

Soy la sangre de Pushkin en la nieve,
las tormentas de Turner y el vapor,
los mármoles de Hölderlin y Goethe,

soy los terrores de Edgard Allan Poe
y la tristeza azul de Baudelaire.
El yo, el yo, el yo, el yo, el yo.

JMJ

http://lacolumnatoscana.blogspot.com/2011/07/romanticismo.html?m=1


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