sábado, 21 de agosto de 2021

Sevilla Lovaina


En la Castilla cantábrica, ajenos a la ola de calor siberiano (sic), con nuestros jerséis y rebecas, con nuestras mantas para dormir y hasta su poco de calefacción, se nos había ido olvidando la calor sevillana.
Cuando llegamos a Madrid las temperaturas eran más altas, pero ya suaves, el mercurio se había despresurizado.
Hoy ha sido salir a la calle, bermejaliano deslumbramiento de ladrillo y asfalto, y volvernos adentro como la marmota que en su día de ídem determina la duración del invierno.
No había nadie en desiertos a la redonda. Quien, como nosotros, se aventuraba a romper el confinamiento térmico es de suponer que lo hacía por demencia solar o por alguna cuestión de vida o muerte como hacer la compra de una litrona de Cruzcampo.
¿Dónde mejor que en casa bajo el arroyo, fuerte y caudal, del aire acondicionado, mientras los caudales de la nómina se vierten en la caja fuerte de Endesa , que transforma en oro el mercurio?
Y es que Sevilla tiene un calor especial, tan especial, que incluso el duende que dice la canción que sigue teniendo se va a Matalascañas.
Esta ausencia del duende por vacaciones hace la ciudad más habitable cuando acaso la calor amaina, y así como en agosto Madrid es Baden-Baden, Sevilla en agosto y sin duende es una ciudad seria, como Lovaina, por ejemplo, que tiene Giralda y todo.
Ya lo dice la copla:
En agosto en Sevilla
si la calor amaina
es tan seria la gente
como en Lovaina.
Cuando su duende
gracia de España
ramonea en la arena.
¡Matalascañas!
¡Ay quien pudiera
pasear seriecito
por la Alameda!


IMAGEN: Universidad de Lovaina

No hay comentarios:

 
/* Use this with templates/template-twocol.html */