ha renacido Sigfrido,
angelicales valkirias
lo mecen sin hacer ruido.
A Belén va el Nibelungo
a llevar oro del Rhin
sobre un cisne de Judea
cruza el cielo Lohengrín.
Ya la estrella de Tannhäuser
reluce sobre el portal
para los magos sajones
y su paje Parsifal.
Bajo el cielo de Israel,
la sombra del Caminante,
por el mar de Galilea
viene el Holandés Errante.
Mirad, mirad, los Cantores
de Nuremberg en camino,
como un coro rociero
el Coro de Peregrinos.
Desde el Castillo de Klingsor
Herodes los ve pasar
pero Herodes no es Amfortas
y los manda ejecutar.
El niño que hoy nos nace
en una pira arderá
el ocaso de los dioses
su muerte proclamará.
Cuando la rubia Brunilda
a lomos de su alazán
vuele al al fuego redentor
donde suena por amor:
¡El acorde de Tristán!
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