El hielo es ahora oro.
Hemos cambiado el comercio con cuentas de vidrio en las playas de las islas molucas por el trueque de cubitos.
En las Tres Mil viviendas han cambiado las plantaciones de Marihuana por las huertas de hielo.
Toda España está minando en las cubiteras.
Somos los nuevos alquimistas, transformando en oro el agua que pasa por las tuberías de plomo.
A la economía sumergida ha sucedido la economía congelada.
No hay mejor imagen de la inflación que la velocidad con la que un cubito de cincuenta euros se deprecia.
Esto es la liquidez y la volatilidad.
Niño, cuando seas padre te pondrás un hielo en el coca-cola.
La Antártida y el Ártico van a desaparecer antes por la especulación criogénica que por la larga cambiada climática.
Antes los barcos huían de los icebergs, pero ahora van a ellos como se iba a por la ballena blanca, son las nuevas plataformas petrolíferas.
Mientras España choca contra la masa de hielo sigue tocando la orquesta del Falcón, quiero decir del Titanic.
Como el narrador de cien años de Soledad los niños de esta generación podrán contar cómo sus padres los llevaron a conocer el hielo, ese artículo de lujo.
Los heladeros de mi barrio se han pasado a la filosofía de Ikea y te venden el polo o la granizada por piezas como en los maravillosos años del Tang.
El frío, como los vicios, se lo tiene que pagar uno.
Da lástima ver a los botelloneros peregrinando de gasolinera en gasolinera en busca de hielos para los cubatas, más racionados que la leña. Parecen homeless en busca de palés para atizar la hoguera.
Debimos aprovisionarnos en los días felices de Filomena, cuando todo el país, menos Sevilla, quedó cubierto de oro blanco.
La nieve no es ya metáfora de ningún estupefaciente, se han visto ejecutivos que se quitaban la corbata y aliviaban el calor con algunas rayas de helado.
Es el mercado negro de lo blanco.
En los bares ya no se pide el Whisky “on the rocks”, sino el montadito del cubito al whisky.
Su precio es el de la trufa y se habla ya de nuevo mercado de las especies que por mar lleva al golfo de Bering y por tierra va de los Alpes al Himalaya siguiendo la ruta de la seda, que ahora dicen de la soda.
Toda España, ya lo anunció Picasso, se ha vuelto cubista.
Que cante Alaska.
IMAGEN: Iceberg (posible) del Titanic.
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