Bruscamente la tarde fue soviética,
fría y gris la miraba desde el coche,
en la radio sonaba la Patética,
Un cielo color fango, una herética
luminiscencia ámbar sin derroche,
la lluvia como orina de diabética
y farolas de hielo como broche.
Se estremecía el cuerpo, tumefacto,
transfundida la sangre por la savia
como yonki de incienso torrefacto.
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