Perdóname, Bécquer,
Gustavo, mi amigo,
Gustavo, mi amigo,
si cambio tus versos,
por hacerlos míos.
Hay veces que alma
vaga en el vacío
y no halla consuelo
a tanto suplicio.
¡Dios mío qué solos
se quedan los vivos!
JOSÉ MARÍA JURADO (www.jmjurado.org )
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