Estos patéticos estertores del sanchismo, a cuenta de la sangrienta venganza de Israel haciendo -para eso se inventó esta expresión- de la necesidad virtud.
No sabe uno si apuntalando los tejados de Moncloa o perpretando la resistencia urbana para cuando caiga el gobierno con todos sus filisteos y haya que montar una falla valenciana que deje en pañales la quema de peluches en Ferraz.
A mí me admira la buena voluntad de la gente y comparto con la mayoría de las personas de buen corazón mi absoluta condena del terrorismo de Estado.
Pero da igual mientras no te tatúes la sandía.
Esto va, ya que nos hemos puesto metafóricos de señalar al personal y ponerles una diana o una estrella de David.
Las guerras son la amplificación a escala planetaria de nuestros odios, como los gobiernos reflejan los valores de la sociedad de su tiempo.
Clama al cielo tanta sangre derramada.
A todos nos convendría -a mí el primero- abandonar la confrontación y los prejuicios y construir un mundo mejor desde uno mismo.
¿Es eso mirar para otro lado?
Suficiente no es, esto es seguro, porque vale quien descendiendo del tren de su vida va a la primera línea de la tragedia a dar la vida, no a quitarla, por el prójimo..
Pero lo que es de verdad insuficiente es limpiarse la conciencia con un pañuelo palestino como si eso limpiara la sangre de nuestras manos o justificar la violencia y el asesinato como quien se ha dicho nunca digas nunca Hamás.
La sangre de esos inocentes caerá sobre nosotros y nuestros descendientes y lloverá sobre todos, porque cada cual está haciendo su negocio, que eso son las guerras.
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