sábado, 9 de agosto de 2008

China Milenaria

Esperábamos desde hace cuatro años
las deslumbrantes coreografías de los
JJOO, cuando supimos que el director
sería Zhang Yimou, el autor de Hero,
cima estética del cine épico. Por eso,
consignar una protesta más contra la
dictadura comunista de China, además
de una obviedad, sería como emular a
aquel gacetillero que en los años cuarenta
escribía en su periódico español: “Aviso
por penúltima vez al Kremlin”, etc.
Hoy toca admirar a China y deplorar
que los comentaristas de TVE fueran
incapaces de balbucir más conceptos
que los de “China Milenaria” o “Gigante
Asiático” frente al prodigio que
retransmitían. Decir “China Milenaria”
es como lo del “África Profunda”,
adjetivos que ignoramos si embellecen
o redundan y que sólo valen para
prospecto de viajes. Milenario, deducimos,
viene a ser todo lo que es a la vez lejano
y antiguo y, según esta lógica, histórico
sería lo cercano y antiguo también.
España es histórica y China Milenaria.
Pero, fuera de los intereses comerciales
de los modernos juegos, la luz que brilla
en el pebetero de Pekín es la de la
Milenaria Grecia, verdadera lámpara del
mundo, frente a los oscuros mantras del
Budismo Tibetano o el Libro Rojo de Mao.
La luz de esta antorcha es imperecedera,
y más fuerte que todas las acusaciones.

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