martes, 9 de septiembre de 2008

Vacación Huracán

El 12 de Octubre de 1.492 la primera expedición española, al mando del Almirante Colón, desembarcó en el Caribe. Como habían partido el 6 de septiembre de la Isla de la Gomera y anduvieron varados en el mar de los sargazos cruzaron las Antillas en plena temporada de huracanes. Las tormentas tropicales (Huracanes del Atlántico, Ciclones del Índico, Tifones del Pacífico) se forman cuando la temperatura del mar es más cálida, hacia el final del verano. Aunque en meteorología pocos fenómenos son predecibles parece ser que la intensidad y frecuencia de los huracanes siguen un patrón cíclico de unos 25 años. Ahora estaríamos en un “pico” de esta secuencia. En los primeros años del Descubrimiento de América se cree que la intensidad era menor. En el Archivo de Indias de Sevilla hay una pormenorizada lista de embarcaciones naufragadas que permiten estudiar la evolución de estos fenómenos devastadores. No se puede sino admirar el coraje de aquellos mareantes que, sobre una cáscara de nuez, sortearon una y otra vez el Mar del Golfo de Méjico y el Virreinato de Nueva Granada. Las flotas españolas partían en determinadas fechas del año, agrupadas en escuadras, para evitar a los piratas, pero también los huracanes. La flota de Tierrafirme salía en junio de la Habana. Allí llegaban las embarcaciones en febrero desde Veracruz que, a su vez, enlazaban con el galeón de Manila que hacia su ruta por el Mar de la China.

El impactante efecto del Katrina ha puesto de moda los huracanes que son cubiertos por los medios de comunicación como algo excepcional de unos años a esta parte, cuando son un fenómeno regular y corriente. Cuando estuve en Puerto Rico a principios de Julio de 2004 acompañando a mi mujer en sus investigaciones sobre Juan Ramón Jiménez, la gente se estaba preparando para la temporada: compraban generadores eléctricos o combustibles, provisiones, desmontaban antenas y estructuras volantes. Nos contaron el horror del huracán: cómo lanza los contenedores de basura, por ejemplo, como un misil contra los muros.

La tormenta es como la bola de la ruleta y cada año toca en una isla u otra.Es parte de la vida. El lado colérico del trópico.

A mí me admiran las grandes evacuaciones de Florida, tan bien orquestadas, como me admira la resignación con la que las naciones más humildes aceptan el paso del huracán un año y otro.Pero no me admira menos la afición española a viajar al Caribe en agosto. Me figuro que los hoteles deben ofrecer unos entretenimientos fastuosos, porque si no, no lo entiendo, así me aspen. Quien se tope un huracán durante sus vacaciones de verano se lo tiene merecido, yo creo que deben formar ya parte de la atracción turística. Si yo fuera a Santo Domingo o Cuba en agosto y no acabo secuestrado en un hotel al paso de una galerna pediría a la agencia de viaje que me devolviera el dinero. Por incumplimiento de contrato.Debe de ser muy emocionante contarlo durante el gélido invierno: “mira, este soy yo jugando al tres en raya en la habitación del hotel mientras nos sobrevolaba el ojo del huracán”.

Al Caribe recomiendan ir en navidad, cuando van los norteamericanos y los europeos del norte, huyendo de los muñecos de nieve y los villancicos en alemán, aunque en realidad, salvo para dilucidar manuscritos de Juan Ramón o para conquistar El Dorado ¿para qué querría ir nadie al Caribe?

Las playas son preciosas, desde luego, y de aguas tibias y azules, vale, pero también son azules las playas de Cádiz, el paraíso en la otra esquina.

Claro que en el Golfo de Cádiz y en la Barra de Sanlúcar de Barrameda hay más embarcaciones naufragadas que en ningún otro lugar del planeta y, a poco que uno se descuide, el Almirante Nelson bombardea la playa con viento de Levante.

2 comentarios:

alelo dijo...

Que digo yo que este blog, porque esto no es una página web, está muy bien pero que no pongas un escrito cada día porque no da tiempo a asimilar el de ayer. Eres como un huracán. Que lo sepas.

José María JURADO dijo...

Caro Alelo, según me aconsejas no pondré un escrito al día y tardaré al menos dos en contestarte, dése por saludado y pongame a los pies de su mujer y sus hijos.

 
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